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CUARTA DE FERIA DE SEVILLA

Emilio Muñoz acredita su valor en la Maestranza

El último toro le pegó una paliza muy seria a Emilio Muñoz. La cortísima faena, casi podíamos decir la cadena de sucesos, fue así: el toro *tiene genio y es incierto, pero Muñoz le saca tina buena serie de derechazos. En la siguiente, el animal se va por derecho al bulto y prende al torero, volteándole de forma impresionante.Es inconcebible que Emilio Muñoz aguantara esa embestida, pues la cogida se veía venir y tuvo tiempo suficiente de rectificar. El volteretón, con una primera caída hacia atrás, sobre el cuello, y otra en la que el torero salió prendido por un muslo, es de los que desbaratan a cualquiera. Pero Muñoz se incorporó sin mirarse, se arrimó como un jabato, sacó más derechazos. En otra colada, rectificó a tiempo, pero cometió el error de quedarse en la cara.

Plaza de Sevilla

Cuarta corrida de feria (domingo). Toros de Juan Pedro Domecq, escasos de trapío, mansurrones, deslucidos. Rafael de Paula: pinchazo en los bajos, otro hondo caído, rueda de peones, aviso con retraso. nueva rueda y tres descabellos (palmas y pitos). Pinchazo y media estocada caída (silencio). José Luis Galloso: estocada, rueda de peones (aplausos y saludos). Pirichazo y metisaca bajo, ambas en la suerte de recibir; pinchazo y estocada caída (vuelta al ruedo). Emilio Muñoz: pinchazo y estocada baja (oreja). Buena estocada (vuelta).

La conmoción en la plaza era tremenda en aquellos momentos. Emilio Muñoz, que estaba hecho unos zorros, se tomó unos segundos de respiro apoyado en tablas, volvió una vez más a la cara del toro, esta vez para cuadrar, y se volcó sobre el morrillo, cobrando un estoconazo hasta la bola. La impresión fue grande y la ovación cerrada. permitió al diestro dar una vuelta al ruedo triunfal. En su presentación ante la afición sevillana como matador de toros, Emilio Muñoz ha acreditado el valor, que era precisamente lo que se ponía en tela de juicio cuando cortaba orejas en todas las plazas durante su etapa de novillero.

Decían: bien, torea, en ocasiones, como los ángeles, pero ¿qué pasará el día que le coja un toro? Ya ha pasado. Sucedió en Valencia, y se incorporó crecido para redondear una faena importante. Ha ocurrido en Sevilla y las volteretas no le han arredrado. También le cogió el tercero, quizá por perderle el respeto, por quedarse confiadamente entre los pitones al rematar la suerte. A este juampedro le toreó muy bien Emilio Muñoz al natural y en redondo, con temple y empaque, y a veces con vitola de figura destacada. Sigue, no cabe duda, en el camino del éxito que inició en las fallas.

También triunfó el domingo Galloso, pero fue otra cosa. Con su primero realmente no pudo y con el otro -el de más peso de la corrida- estuvo a gusto, pero sus muletazos eran desligados, sin calidad y con el acusadísimo defecto de darlos de perfil, la pierna contraria atrás y adelante el pico de la muleta. Sucede, sin embargo, que Galloso bulle mucho en el primer tercio -estuvo francamente bien con el capote al lancear a la verónica al segundo de la tarde, en los galleos, en las chicuelinas- y además sabe darse importancia, aunque lo que haga sea una mediocridad. El público le habría regalado las orejas del quinto, y las perdió por matar mal, pero sus paisanos le compensaron alegrándole la vuelta al ruedo con palmas de son.

Eran unas palmas que estaban preparadas más que nada para Rafael de Paula, pero el gitano genial no supo encenderlas. Antes bien, su actuación resultó descorazonadora. Cuatro veces le arrebató el capote su primer toro, al cual hizo una faena de muleta distanciada, sin quietud, larga, reiterativa y pesada. El otro era un manso que buscaba la huida y no tuvo recursos para fijarlo. A lo largo de la corrida instrumentó algunas verónicas buenas, pero sin ese especial pellizco que le ha dado fama. Una desilusión más para sus seguidores.

También desilusionaron los juampedros, justitos de trapío y mansurrones. Por lo que se refiere al ganado, la corrida no tuvo interés ni emoción. La emoción la puso el valor de Emilio Muñoz.

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