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Tormenta política en Londres ante un posible plan norteamericano para el Ulster

Una próxima iniciativa norteamericana sobre el Ulster se da por segura en medios londinenses solventes, después de que el presidente de la Cámara de Representantes norteamericana formulara en Dublín una severa crítica contra la pasividad con que Gobierno y oposición británicos afrontan la gravísima situación de Irlanda del Norte.

Thomas O'Neill, uno de los hombres de máxima confianza del presidente Carter, se encuentra en la República de Irlanda, aparentemente en viaje privado.Ayer, sin embargo, se entrevistó separadamente en la capital del Ulster con los líderes de los principales partidos políticos de la provincia británica. La sorprendente reunión de Belfast se mantuvo en secreto hasta el último momento y transcurrió en medio de grandes medidas de seguridad.

Las acusaciones del señor O'Neill contra los dirigentes británicos han tenido el efecto de llevar a un primer plano de la campaña electoral la deliberadamente postergada cuestión del Ulster. La líder conservadora, Margaret Thatcher, ha negado airadamente que su partido hiciera fútbol político del tema, pero no fue más allá de señalar que las necesarias reformas han de hacerse «peldaño a peldaño». Menos retórico ha sido el portavoz tory en los Comunes, St. Johnastevas, cuya primera reacción ha sido negar a los norteamericanos cualquier derecho a intervenir en los asuntos británicos. Por su parte, la ministra laboralista de Educación y miembro prominente del partido, Shirley Williams, ha dicho que el Gobierno está listo para considerar nuevas iniciativas «aceptables para ambas comunidades». Una de ellas podría ser la convocatoria de conversaciones interpartidistas.

Sólo el portavoz liberal ha ido más allá. Para el señor John Pardoe, el primer paso hacia una solución del virtual conflicto civil de Irlanda del Norte es la fijación de un plazo para la retirada de los 13.500 soldados británicos que permanecen estacionados en la provincia. Pardoe, que considera cierto el vacío político señalado por el político norteamericano, ha sugerido un límite de tres años para la total desaparición de las tropas inglesas.

Escalada de violencia

Las declaraciones de Thomas O'Neill, huésped del primer ministro irlandés, se han producido contra el telón de fondo de una de las más serias escaladas de violencia en el Ulster en los casi once años que dura la fase aguda del conflicto. Doce personas han perdido la vida a manos de los provisionales en poco más de una semana. Las dos últimas, en la tarde del jueves, en que sendos comandos del IRA asesinaron en Armagh a una funcionaria de prisiones, madre de seis hijos, y en Belfast a un capitán cadete. El líder del Sinn Fein, rama política de los provisionales, ha dicho en Belfast, con ocasión del aniversario del levantamiento de Pascua de Dublín en 1916 contra los ingleses, que los ataques aumentarán, sobre todo en Inglaterra.Antes de las declaraciones del speaker de la Cámara norteamericana, y pese al deterioro de la situación, el tema del Ulster no había salido a la campaña electoral más que en forma de pequeños escándalos provocados por simpatizantes del IRA durante algunos discursos del primer ministro.

El propio cardenal Basil Hume se ha lanzado contra este muro de silencio ordenando que este domingo sea leída en todas las parroquias católicas del país una carta pastoral suya en la que se pide a los candidatos que expliquen a los votantes lo que su partido está dispuesto a hacer para «aliviar la situación de una comunidad que ha sufrido tanto». El cardenal Huine señala en su homilía que los británicos corren el riesgo de olvidarse de la agonía de la provincia irlandesa.

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