_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La caída de de Amin

NADIE VA a llorar, salvo sus secuaces, la caída de Idi Amin Dada. Deja tras él el rastro sangriento de 300.000 asesinatos en ocho años -son las cuentas de sus vencedores- y un amplio anecdotario de humor negro que le convirtió en una caricatura de los grandes tiranos de la historia. Amin Dada era en sí mismo como una burla de la ufanía occidental que presumía de haber acabado con los regírnenes de terror en 1939, cuando en realidad pequeños o grandes «führer» se alzaban por todas partes. Es un turno que no cesa. La satisfacción de ver acabado a Amin -si no resurge desde el Este, donde dicen que está refugiado con su tribu-, la de presumir que acaba también Somoza en Nicaragua -no está todavía claro-, se empana por la aparicion de otros tiranos: los Jomeini, los Zia UI-Haq.Pero ¿por qué ha caído Amin? Ahora, ¿qué va a ser de Uganda? Todo está incrito en un movimiento político mayor. Desde el mundo árabe se ve como un golpe de Estados Unidos, de Israel, con Nyerere como oficiante desde Tanzania- contra un enemigo de Israel y de Occidente. Es una ruptura del «anillo islámico» formado por Libia, Chad, Sudán, Uganda y Somalia, envolviendo Egipto e Israel. Libia ayudó a Amin. Le ayudó poco; con dinero y armas; con un cuerpo expedicionario escaso que se retiró pronto. Quizá le ayude a formar guerrillas, quizá le dé refugio en su territorio. Pero Ghadaffi tampoco quiso verse demasiado envuelto en la impopularidad africana y mundial de Idi Amin Dada. Podrá utilizarle, o a alguien menos quemado, si Uganda se americaniza.

No deja de ser significativo que el nuevo régimen haya dejado fuera d Milton Obote, el «amable revolucionario» -según su autodefinición- que independizó el país de Occidente y que se consideraba socialista; depuesto por Amin, estaba refugiado en Tanzania. Se piensa, en cambio, que el próximo presidente de Uganda puede ser el dentista Martin Akiker, que es un fruto de Occidente, formado en Chicago, casado con una ciudadana estadounidense y notoriamente prooccidental desde que estaba en el ejército, durante la era colonial.

Es la opción que hay tras el Gobierno provisional que ha llegado a Kampala siguiendo a las tropas tanzánas y los guerrilleros ugandeses contrarios a Amin Dada.

Este Gobierno es débil: lo forman ahora once personas extraídas de las más diversas procedencias, desde socialistas hasta monárquicos -de la monarquía del Kabaka de Buganda-, representantes de díversas tríbus, pero principalmente de la Acholi -a la que pertenece el dentista de Chicago- y de la de Baganda, que es la del presidente del Gobierno provisional, el profesor Yusuf Lule, que fue rector de la Universidad de Makerere, en Kampala: un intelectual moderado y demócrata.

El drama con que se encuentra este Gobierno, sin experiencia y con una mayoría de talante meramente intelectual, es considerable. Tiene que desprenderse como pueda de la preponderancia de Tanzania, pero sin rechazar su ayuda; tiene que evitar en la medida de lo posible que la venganza de las víctimas de Amin cree un baiío de sangre -ya se están produciendo linchamientos y ejecuciones sumarias-; deberá evitar que una represión de los musulmanes sírva de pretexto para una acción de Libia y de los países árabes. Y se encuentra con un país devastado y roto, donde las enemistades tribales estallan en un contexto de economía destrozada y de estructuras minadas por la corrupción y la autocracia. Las víctimas permanentes de Amin fueron todos aquellos que tenían una cierta instrucción, una cierta técnica; todos aquellos a quienes se podía denominar intelectuales, aunque con un patrón mucho más reducido del que es de rigor en Occidente.

Existe una posibílidad fuerte de que Uganda vuelva a despedazarse, por las luchas tribales. Existe todavía la de que Amin se alce desde su refugío. Mantener el orden con la ayuda de las tropas tanzanas puede, a la larga, provocar una reacción contraria.

Es indudable que las potencias occidentales van a ayudar a sostener Uganda y sumarla a su zona de influencia. En este sentido, la caída del payaso sangriento Idi Amin Dada no tiene por qué dísfrazar la importancia política del acontecimíento: un golpe ganado para Occidente, que en esta ocasión coincide con los intereses de todos los que defienden el progreso y los derechos de¡ hombre.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_