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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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La gente guapa de esta página

No voy a presentarles yo a ellos, porque tendrían que presentarme ellos a mí (quizá más popular, pero menos conocido). Son la guapa gente de esta página, de esta última página del periódico, que quizá está consiguiendo, como sin querer, convertirse en una página marginal, refugio para marginados como los que se abren en la noche del Bowery neoyorquino, y a cuya puerta hacen hoguera los borrachos quemando un barco desguazado y rociado con el alcohol que aún no se han bebido, con la gasolina sin refinar que aún queda en sus cantimploras de ginebra.Bueno, no tanto, pero un poco sí que somos como esos chicos que van detrás de la procesión o del desfile, en los pueblos de España y las películas de Berlanga, haciendo muecas y visages a los que desfilan delante y al personal que mira. Cuando usted se ha leído este periódico tan serio de pe a pa, del chiste de Máximo a la crónica de la teletonta, del editorial incisivo/no incisivo a la crónica taurina de Vidal, entonces se encuentra usted con nosotros, infame turba, dorada bohemia de un periodismo que ya no se hacía, gallofa literaria y cheli gente de paso, personal sin oficio y con poco beneficio.

A no ser que sea usted de los que empiezan el periódico por la última página, en cuyo caso, después de la psicodelia metaforizante y pinchota de nuestras columnas, todo el resto del periódico le parecerá a usted una mezcla de Crítica de la razón pura y páginas amarillas de la guía telefónica de Aravaca, que notiene páginas amarillas.

De la guapa gente de esta página digo que es un tanto marginal porque esta página ha acogido, me diante el seguro azar de Pedro Salinas o el azar objetivo de André Breton, a los provincianos (Cueto), a las mujeres (Rosa, evidentemente) y a los marginales propiamente dichos (Vicent), por no hablar de uno mismo, que está uno tan carrozona y pasa de todo.

A Manuel Vicent lo conocí allá por la mitad de los sesenta o década prodigiosa, que dice Sempere, cuando ganó el segundo Premio Alfaguara con Pascua y naranjas y se vino de Valencia al Gijón, al engaño del premio, como tantos, creyendo que de un premio se podía vivir toda la vida. Como es muy listo, en seguida vio que no, y entonces se quedó quieto, sentado, con un respaldo de naranjos y Foujita, acendrando Madrid en sus ojos fríos y fijos de levantino en calma. Cuando ya tenía Madrid bastante maduro como metáfora y como falla, rompió a escribir unos artículos cuajados y dinamiteros, entre el estofado barroco y la gomadós. Es como un Gabriel Miró cruel que trabaja por dentro la falla mayor de la prosa para finalmente hacerlo saltar todo hasta el techo, en plena guerrilla urbana y pirotécnica de anarquista coronado de adelfas.

A Rosa Montero la conocí años más tarde, cuando era gorda y nerviosa, y sobre ella he escrito bastante y en seguida me pareció que qué barbaridad, que adónde iba a llegar esta chica, que qué manera de escribir. Hoy ha hecho del desparpajo una obra de arte. Cuando la conocí, sólo era desparpajo y un mehari loco por las calles.

Juan Cueto viene de universidades y provincias, aparece el último (primero en saberes) y es el catedrático que se corrompe en periodista, que se prostituye gloriosamente en columnista, prostitución que no le perdonarán nunca los columnistas ni los catedráticos, porque en España no se puede ser dos cosas, y ya le están diciendo que no se le entiende quienes no quieren entenderle.

La guapa gente de esta página, sí. Página marginal al periódico, un poco, página de marginales: los provincianos, las feministas, los pasotas y las carrozas. Tertulia nocturna de artículos diurnos, en la que somos unos cuantos y podríamos ser más o menos, página abierta para desmentir un tanto el resto del periódico, o para ratificarlo mediante la ironía, que es el mejor desmentido. Hoguera de viandantes, garito de hospicianos, tobogán de hambrientos, esquina de los últimos locos letraheridos, cuadro de las lanzas desiguales donde cada cual rompe una lanza por lo que le da la gana. Entre todos, tan amigos y sin vernos nunca más que en los cócteles, estamos haciendo de esta página los lunes de El Imparcial, pero a diario. (De El Imparcial de antes de la guerra, y no de éste de ahora, que sigue en guerra). Somos las Trillizas, pero en cuatro.

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