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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La subida del petróleo

EL DIA primero de abril España, junto con otros países de Europa, adelantó los relojes una hora respecto al horario de Greenwich, para aprovechar más la luz solar y consumir, por ende, menos energía eléctrica. Simultáneamente los países de la OPEP subieron el precio del barril de petróleo a 14,524, o sea un 9% sobre los precios vigentes y un 14,5% sobre los vigentes a finales de 1978, lo que originará, precisamente, un aumento general del precio de los productos energéticos.La subida ha sido menos violenta de lo que muchos observadores pensaban, pero es una mala noticia. Significa un punto adicional en el índice de precios, con una serie de efectos inflacionistas colaterales, y constituye un obstáculo importante en la recuperación económica. Por supuesto que peor habría sido si hubieran prosperado las tesis de los países norteafricanos, cuyo objetivo estaba en diecinueve dólares el barril.

El acuerdo establecido es bastante complejo. El precio oficial de la OPEP será de 14,524 referido al crudo ligero saudita. Pero los países productores, con la excepción casi segura de Arabia Saudita y menos segura de los Emiratos, cargarán un sobreprecio (premium) de 1,20 dólares/barril por encima del precio básico de 14,5 dólares. En el caso de los crudos norteafricanos o del mar del Norte, muy ligeros y con un bajo contenido en azufre, los premios pueden llegar a ser hasta de cinco dólares. Argelia ya ha anuncia do un precio de 18,50 y probablemente Libia le siga también en ese camino.

La postura más moderada mantenida por Arabia Saudíta ha conseguido un éxito relativo, aunque ahora el mercado presente dos precios. Aunque esto no suponga la ruptura del frente por parte de los productores, si indica la menor capacidad disuasoria del primer productor de la OPEP (Arabia Saudita produce un tercio del total de la Organización) o quizá también una menor voluntad de presión tras la firma del tratado entre Egipcio e Israel.

El motivo aparente de la nueva subida es la crisis iraní. Sin embargo, los suminístros de Irán se han recuperado en gran parte -hoy se habla ya de cuatro millones de barriles diarios frente a un potencial de seis millones- y se han completado con las mayores producciones de Arabia Saudita, Irak y Nigeria. Para finales de 1978 el equilibrio entre producción y consumo era previsible. Y, sin embargo, asimilada la crisis iraní, los productores han jugado al alza por un doble motivo. De un lado, el crecimiento desde finales de 1978 de las economías occidentales se estaba traduciendo en un mayor consumo energético. De otro, los productores han comprendido que su paradisíaco monopolio les permite subir los precios sin temer la aparición de otros productores atraídos por los beneficios de unos mayores precios. O no hay nuevos productores o los existentes -léase México- no se muestran afanosamente partidarios.

También es verdad que los consumidores no están exentos de culpas. Desde el año 1973 poco se ha hecho por establecer una clara y firme política energética que fuese paulaiínamente reduciendo la dependencia occidental del monopolio del petróleo. Las advertencias no han faltado. Citamos una bíen curiosa, procedente de un informe del Ministerio del Tesoro (Hacienda) de Estados Unidos. «Si el petróleo continúa importándose en tales cantidades, en las actuales circunstancias amenaza con debilitar la seguridad nacional. Esta amenaza es tanto una consecuencia de la dependencia de un pequeño grupo de países productores como de los ingentes pagos por el petróleo ímportado.» La siguiente cita es del Herald Tribune. «Mientras Estados Unidos continúe comprando más y más petróleo, es difícil y duro para esos países pobres y subdesarrollados -como lo son sus suministradores africanos: Libia, Argelia, Nigeria- entender por qué no tienen que elevar los precios.» Los grandes y magníficos automóviles americanos, europeos y japoneses están prestando un flaco servicio al crecimiento de la producción y a la reducción del paro. Pero así son las cosas y así hay que tomarlas. Afortunadamente los países industriales han decidido reducír este año un 5% su consumo de petróleo. Parece que esta modesta moderación va en serio. Incluso España, con su excelente año de lluvias, que aumenta la capacidad de producción de energía hidráulica, no tendrá graves dificultades. Pero en previsión de las vacas flacas hay que empezar a pensar y ejecutar una política de sustitución de petróleo por otra fuente de energía.

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