Un "delito de honor" de un anciano conmueve a Italia
La historia es increíble, porque Vincenzo Signorile, que es el protagonista de este drama a la italiana, tiene 77 años y ha matado a su mujer, de la misma edad, por una «debilidad» que ésta había cometido nada más y nada menos que hace «treinta años».El anciano, de origen meridional, pero trasplantado al Piamonte, apenas supo que su anciana esposa se había acostado hace treinta años con su consuegro, preparó un cuchillo y con él acabó con la vida de su esposa. La colocó a continuación en un sillón, cerró la puertia de la casa y salió en un tren hacia Roma. Iba en busca de su antiguo «rival». Pero como éste había muerto ya hacía varios años, la venganza debía cumplirla en las personas de sus herederos. Por eso decidió matar a sus hijas.
A la primera, Carmela Costantino, de 47 años, casada, la encontró en uno de los barrios de Roma. Esperó en una calle a que volviera del trabajo y, con el mismo cuchillo con el que había asesinado a su mujer, acuchilló a la segunda víctima, que hoy se está muriendo en el hospital. De allí se dirigía a buscar a la otra hija del rival, «para completar la venganza», cuando la policía logró, después de una fuga espectacular por las calles de Roma, poner punto final a la «locura».
Sin inmutarse, Vincenzo contó todo al juez, pero no hubo modo de arrancarle una palabra de arrepentimiento, nada que hiciera suponer un momento de «locura». Era él quien se maravillaba deque losjueces se extrañaran de su gesto: «¿Ustedes qué hubieran hecho?», era su única respuesta.»
La prensa italiana, que ha dado mucho relieve a la noticia «increíble», no ha presentado esta historia sólo como un pedazo de cránica negra. Ha puesto de relieve cómo estas «barbaridades», que hoy hacen erizar los pelos a las feministas, en realidad son sólo un subproducto de la emigración forzosa, de los mecanismos creados por tina cultura que considera al macho empobrecido cuando ha perdido las riendas de la propiedad absoluta de su consorte.
Nadie podrá saber por qué la anciana esposa asesinada descubrió, después de treinta años, a su marido su «pecado juvenil».
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