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Israel y Egipto firman la paz

La URSS no será un "observador indiferente" en Oriente Próximo

Los dirigentes soviéticos han actuado con rapidez y firme decisión en contra del tratado de paz que firmaron ayer en Washington representantes de Egipto e Israel. Con claridad afirman que la Unión Soviética no será un observador indiferente, y una buena muestra de ello ha sido el viaje relámpago del ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko; a Damasco, donde fue tajante ante el presidente sirio, Hafez el Assad, y el dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, al afirmar que «la URSS está preparada para actuar con todos los que estiman los ideales de justicia y paz en Oriente Próximo».La nueva política del Kremlin parece clara. Frente a Egipto e Israel, ha ofrecido su incondicional apoyo a sus fieles aliados árabes, Siria, Irak, Argelia, la OLP y la izquierda libanesa, al tiempo que abría un nuevo camino «a los otros Estados árabes -dijo Gromiko- que mantengan una postura realista y digna». Se refería a Arabia Saudita y Jordania, que oficialmente ya han rechazado el tratado, y a Kuwait, cuyas ayudas económicas a Egipto dificilmente serán reemplazadas por Estados Unidos.

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La jugada del ministro soviético, en este último desplazamiento, hay que reconocer que ha sido brillante. Para hoy se ha previsto en Bagdad una conferencia de ministros de Exteriores y de Hacienda árabes, reunión análoga a la de septiembre, que formó el Frente de Firmeza, y nadie puede dudar de que Moscú apoya sus decisiones.

La reunión no es para ser observada con optimismo por parte del eje Washington-El Cairo-Jerusalén y, a pesar de lo que se ha escrito, las sanciones duras pueden llegar, si prosperan,entre otras, las peticiones del Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP), quien exigiría que la OLP retire su representante de El Cairo y se corten relaciones con Estados Unidos, al tiempo que se deberán eliminar los suministros de petróleo. Insistiendo en la dureza, Zuher Mohsen, jefe del departamento militar de la OLP, ya ha realizado un llamamiento al pueblo egipcio para derrocar a Sadat.

Cuando, ayer, en Washington, se haya firmado el tratado de paz que debía resolver definitivamente una guerra iniciada en 1967, posiblemente se aprobaban nuevos obstáculos para lograr una paz seria y duradera en Oriente Próximo, «y lo único conseguido -según los dirigentes soviéticos- ha sido sembrar gran cantidad de semillas para nuevos conflictos en la zona».

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