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Argelia acusa a Marruecos de preparar la guerra

Un nuevo grado de tensión en la querella argelino-marroquí habría sido rebasado tras las últimas críticas formuladas por los medios informativos oficiales argelinos contra Rabat; a la cual se acusa de «preparar un escenario de guerra». Al propio tiempo, en Argel se manifiesta una notoria preocupación por la composición del nuevo Gobierno mauritano, que, al parecer, revela una predisposición a congelar las negociaciones con el Frente Polisario, en espera de un conflicto armado entre Argelia y Marruecos.Aunque la dimisión y sustitución del primer ministro marroquí, Ahmed Osman, no ha originado ninguna argelina, los acontecimientos ocurridos en Nuakchot el miércoles sí preocupan a Argel porque aparentemente no sólo parece haberse creado un "Gabinete de guerra" -contra quién, se preguntan aquí-, sino que ello podría estar relacionado con el convencimiento mauritano de que, ante una posible guerra argelino-marroquí, el coronel Uld Salek, que se ha atribuido poderes excepcionales, modificando para ello la carta constitucional del comité militar mauritano, podría caer en la tentación de congelar las negociaciones con el Polisario en espera de los acontecimientos.

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Por peregrina que pueda parecer esta interpretación, no puede ser totalmente descartada. Los observadores diplomáticos en la capital argelina la han retenido como válida y la relacionan al último intento efectuado por el movimiento independentista de popularizar su causa en el seno de los Gobiernos.

En cuanto al "escenario de guerra» que, según el órgano oficial del FLN argelino estaría preparando Rabat, éste respondería a la grave situación económica del reino y a su progresivo aislamiento internacional. En 1963 -afirman los argelinos- el trono alauita estaba amenazado seriamente por una oposición activa, de ahí la agresión contra Argelia. En 1975, después de los intentos del Ejército por derrocar a Hassan II (el complot de Skhirat y el ataque al avión en que viajaba el soberano marroquí) y la crisis económica llevaron, según los argelinos, a la «solución milagrosa de la marcha verde». Es lógico, pues, que ahora se repita el mismo escenario y se pretenda plantear la realidad de un conflicto armado con Argelia.

El progresivo aislamiento internacional en que, en opinión del órgano del FLN, se encontraría Marruecos se ha visto agudizado por cuatro motivos: España se orientaría hacia la revisión de su posición en torno al conflicto del Sahara occidental y, aunque no ha denunciado los acuerdos tripartitos, «ha dejado de hacer suyas las tesis marroquíes», Mauritania, por contradictoria que sea su actitud, se declara dispuesta a restablecer la paz en la región, En tercer lugar, el triunfo de la revolución iraní ha representado un «golpe duro» para la monarquía marroquí «que se beneficiaba del apoyo de la dinastía Pablevi», y, por último -y aquí los argelinos dicen disponer de elementos de peso-, las relaciones entre Marruecos y Arabia Saudita se han «enfriado», no tanto por el tema del Sahara, por supuesto sino por el apoyo que sigue dando Hassan II a la «paz capitulacionista» de Sadat.

Esta filosofía argelina desemboca en unas normas de conducta, aprobadas unánimemente por todo el buró político del FLN y que, en concreto se reducen a prepararse convenientemente a una guerra con Marruecos en caso de agresión del país vecino, desligar a Mauritania del conflicto y restablecer relaciones diplomáticas con ésta, y obtener un comienzo de satisfacción de las exigencias del Frente Polisario, contando con la neutralidad de las dos superpotencias. la mediación de varios Gobiernos africanos y las nuevas relaciones con Francia.

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