Estreno de "Magic", una nueva versión del mito del doctor Jekyll y mister Hyde
Ayer se estrenó en Madrid el filme Magic, de Richard Attenborough, con Anthony Hopkins y Ann Margret en los principales papeles del reparto. La obra cinematográfica evoca el terror a través de un detallado y cuidadoso estudio de la aberración humana. Es el cuarto filme de Richard Attenborough, cuya producción anterior fue la recordada Un puente lejano. Sir Richard Attenborough fue un famoso actor británico que en el mundo de la producción y la dirección cinematográfica ha llegado a ser tan distinguido como en su otra capacidad.
Magic es una superproducción, producida por Joseph E. Levine, el mismo que puso en marcha la maquinaria que creo Un puente lejano.El guión de Magic es del escritor William Goldman y se basa en el ya clásico-mito literario del doctor Jekyll y mister Hyde. Goldman ha creado, según dicen los prospectos que anuncian la película, «una situación en la cual los caracteres que representan, lo bueno y lo malo, tienen cuerpos, y voces diferentes, aparecen juntos simultáneamente, incluso tienen diálogos entre sí y, sin embargo, son una misma persona. La explicación para este aparente rompecabezas es que los personajes principales son un ventrílocuo y su muñeco. Esta relación es obviamente extraña. No obstante, es especialmente sorprendente porque es plausible».
El ventrílocuo, que busca su alter ego en el muñeco, es un hombre atormentado, asustado por su pasado y temeroso del futuro. Usa al muñeco para expresar aquellas convicciones que se hallan profundamente arraigadas en él, pero que él no se atreve a mostrar abiertamente.
El ventrílocuo, el personaje que encarna Anthony Hopkins, es Corky, un actor que no se atreve a salir a la escena con su muñeco hasta que su profesor de magia no envejece y le obliga a enfrentarse a la audiencia. Su primera aparición pública es desastrosa. Su vida profesional posterior la resuelve la introducción del muñeco, Fats, en el espectáculo. La relación con Fats no acaba para Corky en el escenario, sino que se prolonga en la vida cotidiana y se convierte en un instrumento imprescindible de su realización personal.
La carrera ascendente de Corky acaba como producto de sus miedos. Para entrar en un prestigioso programa de televisión ha de pasar un examen médico, al que él se niega, porque teme que se descubran sus flaquezas: el miedo al fracaso y al rechazo. El susto del éxito le devuelve a su tierra natal, donde recupera el amor de una joven (Ann Margret) que fue su compañera de colegio. Pero a medida que parece estar más cerca de la felicidad, Corky pone en juego una capacidad autodestructiva que es propiciada por la creciente furia y voluntad de su otro yo, el muñeco Fats. La relación habría que romperla, para que se salve el hombre antes que el muñeco. Interviene entonces el productor que pretendía llevar a Corky a televisión y le convence para que se someta a tratamiento médico. Fats reacciona, utiliza a Corky como su instrumento y asesina al productor. La dependencia psicológica se acrecienta, sobre todo porque Corky terne que Fats revele su participación en el asesinato. El muñeco quiere anular al hombre: le pide que mate a su amor colegial. Corky se resiste, pero al final simula haberla apuñalado, aunque, en realidad, se apuñala a sí mismo. «Nosotros sólo fuimos tú. Fuimos tú todo el tiempo», le dice el muñeco al ventrílocuo cuando los dos mueren, al unísono, en una choza aislada y pobre.
Attenborough está convencido de que todos los elementos que figuran en su filme concuerdan y contribuyen a ofrecer un conjunto armónico, desde el guión a la música. Se halla particularmente orgulloso de la interpretación de Anthony Hopkins. Para un director que antes fue actor no es extraña esa fascinación por la gente de su gremio natural.
Babelia
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