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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre la toxoplasmosis

Permítame referirme al artículo, procedente, según parece, de sus corresponsales en México, publicado en ese diario el pasado día 28 de febrero, con el título «Un virus que afecta al 40% de la población, causa de esterilidad femenina». Se trata de un tema -la toxoplasmosis- del que me vengo ocupando de modo preferente desde hace quince años, por lo que vivo día a día las situaciones de angustia absolutamente infundadas, basadas en una deficiente información, que se presentan en muchas mujeres y que, pese a tratar de desvelar con los razonamientos adecuados, no siempre se logra el sosiego psíquico que conviene a un embarazo, convertido en una tortura no superada hasta el parto. El artículo de referencia, no del todo bien informado, ha contribuido, al menos en algunas de las mujeres con las que tengo trato profesional, a exacerbar sus temores.No es precisamente un virus. Se trata de un parásito, un protozoo llamado Toxoplasma gondii, que es el agente infeccioso más difundido de cuantos se conocen, capaz de parasitar no sólo al hombre, sino a la totalidad de las especies animales de sangre caliente. La infección humana sucede de modo casi exclusivo, al ingerir el parásito bajo su forma enquistada, resistente, vehiculado en la carne. Prácticamente uno de cada dos animales de consumo contienen quistes parasitarios en su musculatura. Mucho menos frecuente, aunque posible, es el contagio a partir, de animales domésticos, especialmente el gato, que expulsa parásitos en sus deyecciones. En tales condiciones, rara vez se produce enfermedad; lo habitual es la instalación de una infección latente, inofensiva, muda e indefinida, gracias a la cual se mantiene también de un modo indefinido un estado de inmunidad. Es en ese estado en el que se encuentra el 40 % de la población mundial, en términos generales, con matices derivados, sobre todo, de sus hábitos alimenticios (en Francia llega a sobrepasar el 80 %, por la costumbre de comer carne saignant). Por tanto, justamente ese grupo de personas es el que está exento de todo riesgo, incluyendo las gestantes y las mujeres en edad de gestar. Aparece aquí ya un punto que cambia totalmente el sentido de la información.

La transmisión transplacentaria es un hecho real, aunque no fatal. La infección del feto, con sus posibles consecuencias, plantea los más importantes problemas de la toxoplasmosis, que en este y en todos sus aspectos ha sido objeto de profundos estudios en los últimos años, de los cuales no ha estado ajeno nuestro país, aportando importantes investigaciones. Nuestros médicos están perfectamente informados después de ser debatido el tema en muchos congresos y reuniones. Como resumen de lo que ya con carácter universal se acepta, quisiera formular las siguientes conclusiones:

1. La toxoplasmosis no es causa de esterilidad. Ocasionalmente puede ser causa de una infecundidad transitoria, reversible de modo espontáneo, contingencia, en todo caso, rara o, al menos, poco frecuente.

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2. Existe riesgo de aborto, pero sin las dimensiones que se le han imputado. Salvo casos especiales, sólo se presenta cuando la primoinfección ha precedido en poco tiempo a la concepción o ésta se establece en plena evolución aguda de una infección aparente o inaparente. El aborto, en tales circunstancias, suele ser precoz. Quedan fuera de riesgo las mujeres antiguamente infectadas, que son las que en su mayoría se incluyen en el citado 40%. Por el contrario, su estado de inmunidad va a ser transmitido pasivamente al feto.

3. Lo peligroso -paradójicamente- es la iniciación de un embarazo sin infección previa. Es en estos casos en los que hay que poner toda la atención, desviándola de los infundados temores de abortos e infertilidades en las infectadas. Porque si la gestante tiene el infortunio de infectarse durante la gestación, es cuando el feto se puede afectar por lo menos en las dos terceras partes de los casos. Según la fecha del suceso, surgirán abortos de fetos ya evolucionados, el nacimiento de prematuros inviables, de niños viables más o menos afectados e incluso de apariencia totalmente normal que, más tarde -semanas, meses, años-, desarrollarán una enfermedad (neurológica, neuropsíquica, oftalmológica, etcétera) que los llevará al triste mundo de la subnormalidad.

4. Felizmente, en la nueva Cartilla de embarazada, que oficialmente se acaba de adoptar en España, figura la exploración de la infección por toxoplasma como una de las que deben realizarse rutinariamente. Ha sido un acierto de la Dirección General de la Salud Pública, cuyo actual titular es un profundo conocedor de este problema sanitario. Esta decisión ha podido hacerse realidad graciasa que, prácticamente, todos los laboratorios de los hospitales españoles están ya plenamente capacitados para realizar las pruebas biológicas más finas y sensibles con toda pericia.

La divulgación de todas estas ideas sería un hecho muy positivo, que abarcaría a dos aspectos: desvanecer la angustia de las gestantes cuando -felizmente para ellas- se encuentren con un resultado de signo positivo a bajo título, que es lo común, en las investigaciones de laboratorio; alertar a las que se encuentren con un resultado negativo.

Profesor Agregado de Parasitología. Facultad de Medicina.

Universidad Complutense.

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