Luis Herrera Campins tomó posesión ayer de la presidencia de Venezuela
Desde ayer, la República de Venezuela cuenta con un nuevo presidente y un equipo de Gobierno que dirigirán durante los próximos cinco años la administración de este rico y contradictorio país latinoamericano. Luis Herrera Campins, de 53 años, democristiano, casado y padre de cinco hijos, abogado y periodista, tomó posesión de su cargo en una ceremonia a la que asistieron delegaciones de 68 países extranjeros.Con la llegada al poder de Luis Herrera, se abre en Venezuela el quinto período constitucional de su historia democrática, iniciada en 1959 bajo la presidencia de Rómuo Betancurt. Para un continente sacudido durante lustros por las convulsiones políticas, que ha vivido muchos más años de opresiones dictatoriales que de libertades, el ejemplo democrático de Venezuela es realmente insólito. Cada cinco años desde hace más de veinte, este país da ejemplo a sus vecinos latinoamericanos de cómo es posible articular la convivencia sobre las bases del respeto mutuo y de la defensa de las libertades.
No va a encontrar fácil el camino el nuevo presidente de Venezuela. La riqueza petrolífera, directa responsable del despegue económico del país, ha producido serias contradicciones sociales, que, aunque no se manifiestan de forma violenta, sí ofrecen síntomas preocupantes. En estos últimos años, una clase poderosa, que maneja los recursos financieros del país, se ha consolidado en Venezuela, al tiempo que aumentaba la marginación de los sectores más empobrecidos.
Luis Herrera mantiene la teoría de que las enormes riquezas de Venezuela, derivadas de la explotación del petróleo, no han sido repartidas justamente. Durante su campaña electoral, el nuevo presidente insistió en que los anteriores Gobiernos no habían satisfecho las más elementales aspiraciones del ueblo venezolano: servicios públicos eficaces, viviendas accesibles, educación de calidad, seguridad ciudadana y asistencia médica. Paralelamente, el presidente Herrera Campins criticaba el desbocado consumismo, la ostentación de un privilegiado sector de la sociedad, la corrupción y el facilismo.
Sobre estos puntos ha prometido basar su política de Gobierno Luis Herrera. No podrá detener, sin embargo, el proceso de desarrollo industrial iniciado bajo el mandato de Carlos Andrés Pérez y responsable, de algún modo, de todas esas tensiones sociales a que aludimos. El país necesita, sin duda, consolidar esa industrialización como alternativa más inteligente para el momento, lejano pero cierto, en que el petróleo, base de la riqueza de este país, se agote o pierda su interés como elemento vital.
Para llevar a cabo la tarea de administrar Venezuela, Luis Herrera ha elaborado un Gabinete de personas relativamente jóvenes, en el que abundan los técnicos y los expertos, ligados, por supuesto, a la corriente política a la que pertenece el nuevo presidente. Para adaptarlo más fácilmente a la comprensión española, da la impresión, a primera vista, que Herrera ha diseñado un Gabinete tecnocrático, en el que, por cierto, figuran varios miembros activos del Opus Dei. Como detalle curioso, es preciso resaltar que en el nuevo Gobierno hay un Ministerio «para el Desarrollo de la Inteligencia», del que no existen antecedentes en el mundo.
El presidente saliente, Carlos Andrés Pérez, va a dedicarse de lleno a la política. Los analistas de la situación venezolana aseguran el indiscutible liderazgo de Pérez al frente de su partido, Acción Democrática, por encima incluso del magisterio indiscutible de Rómulo Betancurt.
(Más Información en página 11)
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