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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La represión catalanista

Con relación a la carta Los emigrantes y el catalán -debió decir Los inmigrantes-, que firma J. J. Aguado, debo manifestar mi total conformidad'con su contenido, como trabajador inmigrante que sufrió en sí mismo y en su familia una serie de penalidades,sin cuento, que van desde la anterior marginación racista a la actual integración dictatorial, del charnego (xarnec), castellá, pa i ceba (pan y cebolla) de los tiempos de la dictadura, se ha pasado a «els altres catalans» de la «democracia» a la catalana, donde todo andaluz quiera o no quiera tiene que hablar una lengua extraña, olvidando la suya que se extiende desde el norte de Africa a la Tierra del Fuego. Del habla en cristiano se ha pasado al parla clar i catalá.El boicot que el idioma español está sufriendo en Barcelona jamás podrá comprenderse fuera de Cataluña, eso hay que verlo y vivirlo.

El catalán -su verdadero nombre es lemosín, de Limoges- es una variedad dialectal de la lengua de oc, que los catalanes españoles han hecho suya, más que los catalanes franceses (del Rosellón) o italianos (del Alguer).

Para resarcirse de la represión franquista -dicen ellos- están implantando la represión catalanista, impidiendo la colocación en los establecimientos comerciales de personas que no hablen catalán, dando clases en catalán en la Universidad, no haciendo caso -o contestando en catalán- cuando se les habla en castellano, etcétera.

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El señor Aguado habrá visto por Las Ramblas a esos fanáticos con un letrerito en el pecho, «Parli catalá, si us plau» (hable catalán, por favor), que señalan al letrero, cuando algún transeúnte se le dirige hablando en castellano.

Como los catalanistas no saben bien el castellano y los andaluces no tienen idea del catalán, se están formando una mezcla de catalán-andaluz, que no hay cristiano que entienda y va en perjuicio de la pureza de ambas lenguas.

El resultado será catastrófico. «Como somos mayoría, lo queremos de Almería», contestaban los andaluces, cuando los catalanistas decían « Volem un bisbe catalá» (queremos un obispo catalán).

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