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La ganadería brava ocupa sólo 400.000 hectáreas, la mayoría improductivas

También en la fiesta de los toros hace presa la demagogia y es argumento preferido de la misma, en este ámbito, el número y extensión de las fincas que se utilizan para la crianza del toro bravo. No es raro oír: «Hay que acabar con los latifundios de los señoritos, ganaderos que quitan el pan a los pobres. Esas grandes extensiones deben roturarse para dedicarlas al cultivo.»

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No habla tanto la malicia como la ignorancia. Porque la realidad es, según datos contrastados en el Ministerio de Agricultura, que son poco más de 400.000 hectáreas las que se dedican, en todo el país, a la ganadería de bravo, y de ellas el 80% no sirve para otra cosa. Al tiempo, en España hay de siete a ocho millones de hectáreas de terrenos totalmente improductivos.El Gobierno acaba de aprobar un decreto sobre ganadería extensiva y de montaña, que trata de movilizar recursos improductivos. La meseta tuvo enorme importancia en España porque todo el suelo era de ganadería, y de ahí vino la trashumancia, con lo cual se optimizaba el aprovechamiento. Pero el mapa ganadero actual tiene un corrimiento hacia oriente, mientras se produce la desertización de la España occidental. A su vez, la demanda de proteínas de origen animal de calidad ha ocasionado una preponderancia de la ganadería intensiva, hasta el punto de que la producción y consumo de las carnes ofrecen cifras singulares. A título de ejemplo: las correspondientes al ganado ovino son casi iguales a las del conejo de granja y llamativamente inferiores a las de aves y porcino.

La ganadería brava es una de las pocas que han quedado sobre el terreno inicial, por razones de selección. «Solamente desde el punto de vista de aprovechamiento de recursos improductivos -nos dice José Luis García Ferrero, director general de Producción Animal- la ganadería de lidia es un auténtico modelo, aun olvidándonos ahora de otros aspectos importantes como son castas, bravura y la propia fiesta nacional. »

«En consecuencia -añade García Ferrero- hay que alejar de una vez la especie de que la finca que se dedica al ganado bravo es una carga social, pues si la selección requiere explotaciones extensivas, en España sobran hectáreas para ello y además las ganaderías están ya en su mayoría, como queda dicho, en terrenos improductivos.»

No es justa, desde luego, la calificación casi insultante para quienes se dedican a una actividad que la mayor parte de las veces no es rentable y que, por añadidura, se desarrolla en un continuo sortear problemas. Es cierto, en cambio, que el individualismo de los ganaderos -los pruritos de apellido, hierro y divisa- ha favorecido el incremento de estos problemas hasta colocarles en una situación límite, ante la que parece ser han reaccionado a tiempo. Ahora se han unido para pedir ayuda a la Administración y ésta, a través del Ministerio de Agricultura, ha respondido con el análisis en profundidad de la situación y la adopción de una serie de medidas.

Un incentivo para la selección

En primer lugar, en breve se aprobará una disposición por la que los ganaderos de bravo podrán dedicar a cruces mejorantes para la producción de carnes las vacas de desecho de tienta. La situación era que estas vacas las mandaban al matadero después de haberlas criado durante dos años, con la gran pérdida económica que esto supone, o bien las daban por aptas para la explotación en pureza, al objeto de no incrementar el saldo negativo de la explotación.El desánimo ha cundido entre los ganaderos durante los últimos años hasta llegar a la alarmante merma de sus producciones, que crearán serias dificultades al espectáculo en las temporadas de 1981 y 1982. Pero la nueva medida, muchas veces solicitada por los ganaderos, les supondrá un importante incentivo tanto para la producción numérica como para la selectiva.

La cuestión es -le decimos al director general- que el desánimo lo acusan más los ganaderos puros, aquellos que hacen una esmerada selección de sus reses por la casta y la bravura, dado que al monopolio empresarial no le interesa tanto el tipo de toros resultante como el que no plantea problemas en la lidia. Y nos responde que, en efecto, el Ministerio también ha contemplado este aspecto del problema:

«Entendemos que la selección por la bravura tiene que ser indiscutible en esta raza y que los restantes componentes (por ejemplo, el ángulo visual del torero y su exclusivista) no deben ser tenidos en cuenta en el proceso. Pero, es obvio, caben diversas alternativas, para lo cual es importantísima la opinión de los propios ganaderos. Hay ganaderías que lidian poco por las razones que usted apunta, y éstas son las que se deben incentivar. El público no verá los resultados a un año vista, pero sí a largo plazo.»

Ahí está, por ejemplo, la legendaria ganadería de Concha y Sierra, ahora propiedad del Litri, cuya pureza de estirpe sería un crimen que se dejara perder. «Este -reconoce el director general- puede ser un caso claro para incentivar.» Ahí está, para ampliar la cuestión a términos generales, la casta vazqueña, de la que apenas quedan vestigios y sería necesario recuperar -según comenta el veterinario Antonio Sánchez Belda, que está presente en la entrevista. Y el ejemplo de los famosos «tulios», cuyo propietario vende en la actualidad más sementales que toros para la lidia, lo cual callan pudorosamente los ganaderos compradores.

No a la ganadería estatal

Planteamos la posibilidad de creación de una ganadería estatal, en calidad de reserva de la raza de lidia, pero en el Ministerio no son partidarios de esta solución: «La Administración difícilmente igualaría la labor realizada por los ganaderos y además tendríamos grandes dificultades de tipo financiero y burocrático. Entendemos que es mucho más eficaz el aporte de una serie de medidas complementarias, en colaboración con los ganaderos, como son el análisis en profundidad de cada explotación, sus problemas de suelo, alimentación y manjeo y de los nudos gordianos de tipo económico y de selección, todo ello complementado con técnicas de selección genética, de comprobación de grupos sanguíneos, de puesta a punto de la técnica del semen congelado, del banco de sementales sobresalientes que, en algunos casos, podrían ser propiedad del Estado y se pondrían a disposición de las ganaderías que lo solicitaran.»«Todo esto se va a hacer de inmediato -nos dice García Ferrero-, y además está a punto de firmarse un convenio de colaboración entre esta dirección general, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el departamento de Genética de la Universidad de Zaragoza, para el estudio de la consanguinidad en el toro de lidia.» El estudio del toro bravo, al fin, va a ser emprendido en serio. Esperemos que no sea tarde y cabe preguntarse por qué la Administración no lo hizo antes.

«Era impensable -asegura García Ferrero-, por el individualismo de los ganaderos. Pero éstos, que hoy, lógicamente preocupaclos, piensan están ya quizá no en el final, pero sí en el preámbulo del final, se han unido, han lanzado un SOS a la Administración, son conscientes de que solos no pueden ir muy lejos. Hace pocos años era inconcebible que varios ganaderos utilizaran un mismo semental en común y hoy están dispuestos a hacerlo. El momento es verdaderamente peligroso. Ese censo de 50.000 vacas reproductoras que hay en la actualidad es muy bajo y, por tanto, alarmante. Hay que tomar medidas y además con carácter de urgencia.»

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