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El Festival de Cine de Berlín ha entrado en crisis

En la XXIX edición, veinte países

Treinta y seis películas concurren, en representación de una veintena de países, al festival de cine de Berlín, que ha inaugurado ya su XXIX edición en la antigua capital alemana. España está representada por un largometraje y dos cortos. Aparte de estas aportaciones que se disputarán los correspondientes Osos de oro y plata, en el festival se podrán ver quinientos filmes hasta el próximo 3 de marzo.

La crisis interna del ya veterano festival se encuentra en esta edición en un momento especialmente difícil. Por última vez lo preside quien durante estos últimos años trató de convertir el festival berlinés en un reflejo de lo que fue en la pasada década. El próximo año esta función será desempeñada por un experto no alemán, el suizo Mortiz de Hadeln, antiguo director de los festivales de Locarno y actual de los de Lyon.Esta conmoción interna del festival berlinés, al que el Senado no logra sacar a flote con rentabilidad, tiene un reflejo en la panorámica general de las muestras que concurren a esta edición. Según los organizadores, se trata de ofrecer cine para todas las edades y para todos los públicos.

Tanto es así, que el festival se inauguró con una cinta de Rainer Maria Fassbinder -El matrimonio de Maria Braun-, un melodrama con fondo de posguerra. Según la crítica, poco entusiástica con la película inaugural, es el mejor filme de Fassbinder, aunque su calidad no merezca grandes honores.

Aparte de la obra de Fassbinder, conocido ya por otra películas como La ruleta china y Las almas devoran el miedo, la República Federal de Alemania concurre con otros tres filmes: la terrorífica Nosferatu, de Werner Herzog, con cuatro semanas de éxito taquillero en Francia; David, un drama judío de Peter Lilienthal, y La primera polka, de Maus Eminerich.

Como la «gran sensación» dentro de lo que cabe, se ha presentado la única película norteamericana que no compite dentro de un conjunto de cuatro: The deer hunter, que los alemanes ofrecen bajo el título Los que cruzan el infierno y enjuician como «filme de patriotas convertidos en chatarra». Se trata de una película sobre la guerra de Vietnam, en la que, desde una perspectiva moral, no política, un director apenas conocido hasta ahora, Michael Cimino, trata de ofrecer el declive interno de los combatientes americanos en Indochina. No es, según la crítica, ni un filme pro bélico ni pacifista. Fuera de concurso estará también presente Superman, de Richard Donner. En competición acude en representación norteamericana únicamente Movie movie, de Stanley Donen.

Francia, ausente en la pasada edición, acude con dos producciones: Años de juventud, de Jeanne Moreau, y El amor en fuga, de François Truffaut, que en 1977 logró un éxito resonante en Berlín con El hombre que amó a las mujeres. En cuanto a los países socialistas, su presencia en el festival se ha vuelto francamente minoritaria tras años de grandes aportaciones. Tan sólo Hungría, la URSS y Checoslovaquia compiten con una película cada una: La yeguea, de Andras Kovac (Hungría), Los maravillosos hombres de la manivela, de Jiri Menzel (Checoslovaquia), y Declaración de amor, del soviético Ilia Auerbach.

La aportación española a esta XXIX edición de la Berlinale se centra en un largometraje -El corazón del bosque, de Gutiérrez Aragón- y dos cortos: La boda gitana, de Emma Cohen, y Leo es pardo, de Iván Zulueta. Aparte de esta presencia competitiva, concurren también en la sección de forum dos cintas polémicas: La torna, sobre el conjunto teatral Els Joglars, y Ocaña. Fuera de concurso también se ofrecen películas de Leopoldo Pomés, Vigas Luna, Eloy de la Iglesia, Gutiérrez y Antonio Mercero. También se ofrecerá al público Noticiarios de Barcelona y Toque de queda.

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