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Andreotti realizará un último intento para formar Gobierno

Juan Arias

El presidente del Gobierno italiano, Giulio Andreotti, no se ha dado por vencido y, a pesar de todos los pronósticos, no ha renunciado a la posibilidad de crear un nuevo Gobierno. Después del «no» de Enrico Berlinguer todos esperaban que dejase libre el camino a otro, ya que siempre había dicho que no formaría un Gobierno con los comunistas en la oposición.Los socialistas, que esperaban la dimisión de Andreotti, lo han invitado ayer formalmente a renunciar para permitir a un laico hacer otro intento. El martes, la dirección del Partido Socialista de Bettino Craxi hará oficial esta petición, aunque probablemente estudiará también la oportunidad de escuchar la llamada de la Democracia Cristiana para intentar una nueva estructuración del centro izquierda.

En realidad, el Partido Socialista, que no pone en discusión la secretaría de Craxi, está dividido en su interior entre quienes desearían ayudar a la Democracia Cristiana a aislar al Partido Comunista y quienes prefieren crear juntos con toda la izquierda un bloque capaz, si no de una alternativa, sí de condicionar fuertemente la política de reformas del país y obligar a la Democracia Cristiana, más apegada al poder, a renunciar a su eterna hegemonía de gobierno.

El secretario Craxi se ha enfadado con Berlinguer porque no ha aceptado la propuesta de un Gobierno «paritario» formado por democristianos y laicos y ha hecho declarar a Balzamo, presidente de los diputados socialistas, que «el PSI no considera cerrada la parábola de la crisis y que examinará con plena autonomía de juicio otras eventuales soluciones».

La impresión que existe entre los observadores políticos es que Andreotti tendrá que renunciar la semana próxima, pero, al mismo tiempo, el problema es mucho más profundo. Se trata de la primera crisis de Gobierno «sin Moro». Se empieza a temer que por vez primera esta Italia especialista en fórmulas acrobáticas y casi mágicas para resolver sus más duras crisis políticas esté en vísperas de cambios radicales que aún nadie se atreve a pronosticar. La última invención imaginativa de un «Gobierno de emergencia constitucional» presidido por Fanfani, presidente del Senado, no ha recogido simpatías. En realidad, todo dependerá de la actitud de los comunistas, que son el segundo partido del país y que, al parecer, esta vez no están dispuestos a ceder al dilema: o al Gobierno o a la oposición. Habrá que esperar si esta postura nueva e intransigente es sólo una táctica para calmar a una base inquieta o bien una decisión del partido ante la convicción de que, sobre todo sin Aldo Moro, por ahora les será imposible poner un pie realmente dentro del poder.

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