Iparaguirre y el euskera
Queremos expresar nuestra disconformidad, ya que no nuestra extrañeza, con conceptos vertidos en el editorial «,Una falsa coartada» (EL PAIS, 17 de enero de 1979), que trata de la cuestión vasca.No es nuestra intención tocar a fondo aspectos políticos del editorial, sino solamente aquellos referentes a la lengua vasca. No nos resistimos, sin embargo, a pasar por alto'el tópico recogido en la frase: «... Un área geográfica que pasó... del subdesarrollo -a la sociedad industrial avanzada gracias al proteccionismo arancelario del Estado español.» ¿Cómo es posible caer en el simplismo que el editorialista dice querer evitar? No deja de sorprender, por otro lado, que se siga manteniendo que los rasgos étnicos del pueblo vasco procedan de «un largo período de endogamia», cuando es una evidencia que ésta no ha sido mayor que en otros países. Por otra parte, los rasgos étnicos -es decir, culturales- caracterizan a toda comunidad. Además, ¿cómo explicar la nueva inclusión de la desgraciada frase de Engels «naciones sin historia»? Es evidente que toda nación tiene su historia, como toda comunidad, como toda lengua, se escriba tal historia o no, se deforme o no, se ignore o no.
Pero vayamos a la lengua y a su empleo literario: .
1 Se lee en el editorial: «Un idioma que, por razones objetivas de su propio desarrollo, no logró pasar ... ».
En el atraso del euskera -si de atraso se puede hablar- no hay ninguna razón objetiva del desarrollo de la lengua, sino de la historia y de las condiciones de la sociedad vasca. Dicho de otro modo, la tipología de las lenguas nada tiene que ver con su posibilidad de supervivencia. Sí, en cambio, el aprecio y estima de los hablantes -y es cosa conocida que los sectores más influyentes (al menos de entre ellos el dominante) de la sociedad vasca a lo largo de la historia no han sentido apego (por razones obvias que no entramos a analizar) a la lengua vasca- También tienen que ver los avatares históricos internos y externos de la sociedad: no deberíamos olvidar, por ejemplo, que todavía la mayoría de los niños vascos -incluyendo, por supuesto, a los hijos de los inmigrantes- de un lado y otro de la frontera no tienen a la lengua vasca como asignatura, mientras la televisión ignora olímpicamente la existencia de tal lengua, por citar dos ejemplos lacerantes. A las lenguas, como todo el mundo sabe, o todo el mundo debería saber, se les confieren o se les niegan papeles porque'se confieren o se niegan los correspondientes «roles» a sus habitantes. Al menos, el editorialista -al emitir un juicio de valor- deja claramente traslucir su ideología, que siempre condiciona toda práctica linguística.
2. ¿Cómo es que el editorialista escribe que la literatura vasca se reduce a Iparragirre? Puede que la literatura vasca no sea todo lo extensa y meritoria que desearíamos, pero Iparragirre, afortunadamente, no representa más que una exigua parte de ella.
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