Los currantes
Los currantes entran y salen por la ventana de mi cuarto, mientras escribo, como los pobres salían de los armarios en las comedias de Tono y Mihura, maestros de quienes Prensa Española acaba de editar dos espléndidas antologías. ¿Qué hace aquí tanto currante?Me da un poco de vergüenza porque es como el tópico de mí mismo: escritor gauchiste que ametralla su prosa rodeada de las bases con casco de trabaja -pero -seguro y botas todo terreno para pisar el cielo a la altura de mi octavo piso.
Tan, tan, tan:
-¿Se puede?
Dan en el cristal de la ventana y entran y salen. La explicación inmobiliaria, si le pregunto al portero, sería que están adecentando la fachada y pintando por fuera las persíanas. En el teatro de Jardiel siempre se explicaba el absurdo al final, como última concesión al sentido común burgués. En el teatro de Mibura, el absurdo ya no se explica (Tres sombrero,y de copa, Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario) y ese es el gran salto cualitativo del teatro español de humor. Yo, que siempre he estado más en Mihura que en Jardiel, prefiero dejarlo así, no preguntarle a Antonio, el conserje, sino que he recibido esta mañana la presencia de los ángeles currantes en mi ventana con naturalidad, como si fuera cosa de todos los días.
-Que si podemos entrar.
-Vale.
-Que si podemos salir.
_Util.
Siempre por la ventana. Lo suyo es la ventana. Si prueban por la puerta, a lo mejor se matan de un tropezón en la esterilla. El mono blanco los angeliza y el casco amarillo les pone una aureola como del Giotto o así.
Son los arcángeles de la fachada que huelen a las nubes de lluvia que hay en el cielo.
La presencia de los currantes en mi octavo piso, llegados por la ventana, me plantea oportunamente el tema de esta columna, el tema de la redundancia o la insistencia: ¿ha escrito uno demasiado de obreros, ha caído uno en el obrerismo?.
Los obreros llegaron a ser para la poesía social como los cisnes para Rubén Darío. (Cómo me gustaría que Carlos Bousoño, ileso de socialrealismo, saliese ahora académico, si es que le apetece salir, que no lo sé). Pero eso que el 98 llamaba todavía la cuestión social y el bolchevismo está tan encima queramos o no, creamos o no, que nos entra todos los días por la ventana de la historia, por la ventana del periódico, por la ventana de casa.
Unicamente en TVE no salen currantes, sino una estilización aséptica y humorística del currante que hace muy bien Andrés Pajares. Me llaman del PTE para invitarme a una conferencia sobre la mujer. Espero que otro día entren y salgan señoritas por mi ventana (ya le echaré el lazo de corbata a alguna), porque los currantes y las mujeres son nuestros negros, los negros de Raíces en la vida española, que, con tanto comicio, parece una plantación algodonera de votos. Ediciones La Piqueta publica un libro de y sobre Ricardo Mella, anarquista. Mientras anarquistas y co., munistas sedisputaban al currante que no era galgo ni podenco, el capitalismo ha ido aburguesándole, ha ciéndole más estable, conformista y telespectador. Y cómo nos tranquiliza y aburguesa a los burgueses eso de que el currante se haya aburguesado.
Por primera vez en mi vida he roto una crónica, la he empezado de nuevo, y no puede ser, no hay manera, porque yo tenía una habitación cerrada, perfumada de brut y literatura, para elucubrar sobre la lucha de clases, pero hoy ha entrado por la ventana un airón obrero, un desgarrón de cielo invernizo, con los currantes de la fachada, una vía de agua de realidad, y mi prosa no vale nada, ni prosas mucho más consistentes y radicalizadas que la mía. Mejor que tanto eslogan y valla, habría que meter un obrero en crudo por la ventana de cada líder y votante, porque huelen a realidad y no a consenso. Los míos se han ido a almorzar y dicen que a las dos volverán a entrar/salir por la ventana.
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