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Moro pudo confesarse antes de morir

Juan Arias

¿Permitieron las Brigadas Rojas a Aldo Moro, el líder democristiano, que se confesase antes de morir? Es una hipótesis que no descarta la magistratura, y que crea una serie de interrogantes. Si en la última prisión de Moro entró un confesor, éste podría hoy hablar para contar algunas cosas útiles a la investigación en curso para descubrir a los asesinos de Moro y de los cinco hombres de su escolta.

Un diario de seriedad comprobada, como Corriere della Sera, ha dedicado casi toda una página de información de política interna a este problema.

Se piensa que el confesor fantasma pueda ser Don Antonello Mennini, que era el director espiritual del estadista.

Don Mennini lo niega: «Ojalá hubiese sido cierto», respondió ayer en una entrevista. Pero todos saben que el secreto de confesión permite tranquilamente a un sacerdote cualquier tipo de mentira para no hablar del asunto.

Lo que sí se sabe es que este sacerdote fue durante los días del secuestro de Moro el intermediario entre los brigadistas y la familia, que podía hablar por teléfono con el rehén y entregar y recibir mensajes. La mayor parte de las cartas dirigidas a Moro pasaron por sus manos.

En una de estas cartas, Moro le dice que él es la persona más indicada y «más hábil» para darle noticias de sus familiares.

De hecho, Don Mennini fue interrogado por los jueces por esta actividad de intermediario.

Creencia vaticana

En el Vaticano, en ambientes muy altos, la hipótesis de que Moro recibió antes de morir los últimos sacramentos se da como muy probable.La dificultad que se expone en otros ambientes eclesiásticos es la siguiente: ¿cómo es posible que asesinos de la talla de los brigadistas, que asesinaron a Aldo Moro, se hayan preocupado de darle a la víctima este último consuelo con el riesgo que podía significar para ellos?

Para esta dificultad existen dos respuestas concretas. Una es de orden político: en el comunicado número siete (21 de abril de 1978) en el penúltimo mensaje de los terroristas, se dijo que el prisionero había sido tratado «escrupulosamente como un prisionero político y con los derechos que le competen; nada más, pero tampoco nada menos»: Los jueces destacan que entre los derechos concedidos a un prisionero político figura la posibilidad de recibir los sacramentos y de conversar con un sacerdote antes de la ejecución.

La segunda respuesta es de tipo religioso y la da el mismo Don Mennini, el cual, aun negando que haya sido él el sacerdote que dio los últimos sacramentos al político, afirmó que en sí la cosa no es imposible, ya que entre los brigadistas rojos «existen también católicos». Por ejemplo, Renato Curcio, el fundador de, las Brigadas Rojas, es un ex católico.

Por otra parte, en lo que se refiere al riesgo de llevar un confesor hasta la prisión clandestina de Moro, algunos piensan que precisamente los brigadistas de origen católico saben muy bien que un sacerdote católico se dejará matar antes que hablar.

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