Un primer ministro pro occidental y socialdemócrata
En cierta ocasión, Shapur Bajtiar, definió al ayatollah Jomeini como «un viejo loco irresponsable»; en la toma de posesión como nuevo primer ministro iraní se refirió al anciano líder islámico como «un hombre honesto».En la primera ocasión, este socialdemócrata burgués y pro occidental justificaba su anticlericalismo; en su último discurso había una adaptación a la situación iraní y a la masa de su población, que ve en el ayatollah al «único político íntegro y coherente».
Con formación profundamente francesa, el nuevo primer ministro de Irán, nacido en 1914, realizó todos sus estudios en colegios y universidades de Francia, en cuyo ejército ingresó en 1940 para enfrentarse a los alemanes.
A pesar de pertenecer al clan de los Bajtiar, conocidos por su inquebrantable adhesión al sha, Shapur no ha disimulado su hostilidad política al emperador desde su vuelta a Irán en 1946. A partir de entonces alternó los comunicados de] Frente Nacional de oposición, del que acaba de ser excluido, y las tertulias intelectuales con estancias en la cárcel como enemigo del régimen.
Bajtiar fue ministro de Mossadeq, y a la caída de éste en 1953, por la intervención norteamericana, pasó a la oposición al régimen del sha. Su principal carencia política es su falta de contacto con el pueblo.
Expulsado del Frente Nacional
Si bien el Frente Nacional de oposición al sha expulsó de sus filas a Bajtiar cuando éste aceptó la formación del Gabinete, el primer ministro se había alejado suficientemente de esta formación, desde el pasado mes de noviembre, como para hacer la ruptura inevitable.
Se opuso desde el principio a la sumisión del Frente Nacio nal al ayatollah Jomeini, a quien se sometió un programa de tres puntos reclamando el exilio del sha.
Hoy, Shapur Bajtiar dista tanto de Reza Pahlevi como de Jomeini. En diferentes entrevistas y conversaciones ha expuesto su deseo de ver en el poder un equipo laico e intelectual con el beneplácito de Estados Unidos, capaz de modernizar el país.
Está en desacuerdo con la parálisis económica que padece Irán y rechaza toda vinculación de los religiosos con el poder. Pero todavía son deseos de un hombre aislado políticamente.
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