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Aumenta la tensión entre Costa Rica y Nicaragua

Por segunda vez en la presente semana, ayer se reunió en Washington el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), con el propósito de estudiar el agravamiento de la crisis que enfrenta a Nicaragua y Costa Rica. La tensión fronteriza entre los dos países ha aumentado notablemente desde que Anastasio Somoza amenazó públicamente con invadir Costa Rica si este país seguía tolerando los movimientos de guerrilleros sandinistas en su territorio.Uno y otro país han adoptado medidas inéditas hasta ahora en la zona limítrofe. Costa Rica ha enviado a su frontera norte nuevos refuerzos de la Guardia Civil y aumentado el número de piezas de artillería antiaérea, la mayoría de reciente adquisición. Nicaragua, por su parte, ha evacuado a toda la población civil de la zona de Peñas Blancas, y ha situado en trincheras, en estado de alerta permanente, gran número de guardias nacionales.

Las amenazas de Somoza, a quien se cree perfectamente capaz de ordenar la penetración de sus tropas en territorio costarricense, suponen un innegable riesgo de internacionalización del conflicto interno de Nicaragua. Es prácticamente seguro que, en caso de una agresión, Costa Rica recibiría inmediata ayuda militar por parte de países amigos como Venezuela y Panamá, que ya en otras ocasiones recientes han tomado iniciativas en tal sentido. El grado de indefensión de Costa Rica, un país sin Ejército regular y escasamente armado, aún a pesar de las presurosas compras de armamento hechas en las últimas semanas, obligaría moral y materialmente a las naciones vecinas a prestarle ayuda militar.

Mientras tanto, los grupos de oposición nicaragüense han recibido con satisfacción la toma de postura del Departamento de Estado norteamericano ante la negativa de Somoza de aceptar el plebiscito propuesto por la comisión negociadora de la OEA. Estados Unidos ha señalado su disposición a adoptar medidas de represalia (retirada de Managua del embajador y de la misión militar, y suspensión de la ayuda económica de veintitrés millones de dólares ya presupuestada) si el dictador nicaragüense sigue manteniendo su inflexible negativa a las propuestas de los negociadores, que el propio Departamento de Estado ha calificado de «justas y razonables».

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