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Marruecos desea recibir a don Juan Carlos en febrero

La visita de los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, a Marruecos en la segunda quincena del próximo mes de febrero colmaría los deseos de los dirigentes marroquíes y, según fuentes allegadas al Gobierno, se llevan a cabo actualmente gestiones para que se concreten en ese plazo.

El viaje a Rabat de los Reyes de España en esas fechas tendría una doble interpretación en Marruecos. Primero, como confirmación de que los ánimos se han serenado, tras la viva reacción de Madrid por las declaraciones del ministro marroquí del Exterior, Mohamed Bucetta, sobre Ceuta y Melilla en Georgetown, después de la última Asamblea General de la ONU.A la vez, la visita de Juan Carlos a fines de febrero, poco antes de la fiesta del trono marroqui, seria considerada como un reflejo de las relaciones cordiales entre los dos monarcas, sobre las cuales siempre se pone' énfasis en Rabat cuando se trata de las relaciones entre España y Marruecos.

Esto último es de gran valor psicológico en un país como Marruecos, en donde el rey reina y realmente gobierna, de una m anera demasiado absorbente, al menos en opinión del sector socialista en ascenso, que en su último y reciente congreso solicitó la transformación de la máxima institución marroqui en una monarquia constitucional.

Bucetta insiste sobre Ceuta y Melilla

En cuanto a las pasadas declaraciones de Bucetta, el ministro marroquí precisa nuevamente en una entrevista al semanarío Remarques Africaines de hoy que sus afirmaciones en Georgetown fueron formuladas en el marco de una explicación geopolítica que se le pedía y «no en el plano de una reivindicación, que de todas maneras -dice- no excluyo porque no es nueva».

Bucetta reitera en la citada entrevista su sorpresa por la reacción española de entonces, «absolutarnente incomprensible», y la atribuye a ciertos círculos del Gobierno español que ven aún esas relaciones como las del colonizador con el colonizado, del fuerte con el débil o, según indica, a posibles y nuevas relaciones de Madrid con Argel.

Para Bucetta, no obstante, al igual que para la mayoría de los políticos marroquíes interrogados, la, visita de Juan Carlos a Rabal no debería tener nada que ver con esas contingencias, «porque las relaciones de España y Marruecos -señala- deben seguir existiendo sobre bases sólidas pero claras, de respeto mutuo, respeto de la soberanía y entre iguales ».

Al margen de los deseos de los políticos, las dificultades internas y externas de Marruecos parecen ser el origen del reforzamiento actual de un nacionalismo que pudiera calificarse de moral, que se manifiesta no solamente en la reiteración de la marroquinidad de Ceuta y Melilla y los presidios, sino también en un rechazo embrionario y aún confuso de la extraordinaria influencia cultural, política e incluso mimética de Francia, que se asocia con las clases feudales más poderosas e influyentes del país, que no son precisamente las más liberales.

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