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La crisis iraní

Tras restablecerse la ley marcial, la sangre vuelve a correr en Irán

Irán entró ayer en una nueva espiral de violencia, con más de treinta muertos, mientras el líder del Frente Nacional, principal fuerza no religiosa de oposición al sha, anunció que cualquier solución política de la crisis iraní debe pasar por la abdicación y exilio del sha. Karim Sanjabi, jefe del Frente, señaló a los periodistas extranjeros que las masivas manifestaciones de los dos últimos días de la festividad religiosa del Ashura habían sido un referéndum nacional de oposición a la monarquía absoluta del sha.

Mientras una salida política a corto plazo a la crisis se aleja cada vez más, el Gobierno militar volvió a restablecer toda la dureza de la ley marcial, que reina en el país desde el pasado mes de noviembre, y sus tropas ocuparon las principales ciudades del país, especialmente Teherán.El primer resultado del restablecimiento de la ley marcial fue la muerte de treinta y cinco personas en Isfahan, ciudad al sur de Teherán, donde helicópteros del Ejército abrieron fuego indiscriminadamente contra una manifestación en el centro de la ciudad. Informes de fuentes occidentales señalaban ayer en Teherán que el número de muertos en Isfahan puede superar los cien, ya que la cifra de 35 sólo se refiere a los contabilizados en los hospitales. El Gobierno desmintió el uso de helicópteros y fijó el número de víctimas en nueve.

Los incidentes de Isfahan se produjeron después que los manifestantes atacaron una estación de policía, el lunes por la noche, y el martes incendiaron tres hoteles y varios edificios públicos.

En Teherán, ayer, la situación era más o menos normal antes de llegar la hora de toque de queda. A lo largo del día sólo hubo una tensión inusitada en la zona universitaria, donde el Ejército reforzó sus efectivos a niveles nunca vistos hasta la fecha. Por la noche se esperaba, sin embargo, una nueva ola de violencia.

Disminución alarmante de la producción petrolífera

A nivel económico, las huelgas que han azotado el país durante los últimos diez días parecieron ayer tocar a su fin. La vida fue normal prácticamente en todo Teherán, y volvieron a funcionar los bancos, las oficinas y el centro principal de la capital, el Bazar. En el resto del país, la situación fue muy parecida, con excepción del sector petrolífero, donde la huelga en los cuatro principales pozos de extracción de crudo continuaba incluyendo los vitales de Aghajari y Gachgaran.

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Fuentes de la industria petrolífera calculaban que la producción diaria de petróleo fue e sábado pasado, víspera de los dos días festivos del Ashura, de sólo 1,2 millones de barriles, cifra que apenas representa un quinto de la producción normal, de seis millones de barriles. Simultáneamente, la operación de carga de petroleros había descendido a niveles mínimos. Se calcula que en los próximos días la producción sólo será de 600.000 barriles diarios, es decir, una décima parte de la producción normal.

Fuentes financieras occidentales calculan que, de restablecerse hoy, por milagro, la normalidad en Irán, el país necesitaría ocho meses como mínimo para recuperar las pérdidas ocasionadas por dos meses de disturbios continuos. Esta normalización, sin embargo, sería incapaz todavía de evitar la subida prevista de precios del crudo que adoptarán a finales de mes la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) y, desde luego, no reembolsará a los consorcios internacionales las pérdidas sufridas en estos últimos meses.

Pese a las muertes que se producen nuevamente, muy pocas personas en Teherán adivinan cuál será la salida política de la situación iraní a corto plazo. El cambio de táctica observado en la oposición, con las manifestaciones de los dos últimos días, parece no haber impresionado mucho al Gobierno, que ayer volvió a demostrar que tiene la fuerza de las armas.

Pero a juzgar por las declaraciones de Sandjabi y las aún más radicales del ayatollah Taleghani, tanto la oposición religiosa como la civil han iniciado una campaña para capitalizar el éxito de las marchas e imponer al Ejército -verdadero árbitro de la situación- la primera y única condición para negociar: la salida inmediata del sha.

Sandjabi admite aún una monarquía constitucional

El líder del Frente Nacional, en su conversación con los periodistas extranjeros, dejó ayer la puerta abierta a un entendimiento con la monarquía, pese a desmentir categóricamente la existencia de contactos con el Gobierno para formar un Gabinete de coalición interino y poner así remedio inmediato a la grave situación política, económica y financiera que atraviesa Irán. Sandjabi, en respuesta a una pregunta concreta, admitió que todavía era posible una «monarquía constitucional» sin el sha, pero presidida por su hijo. Más radical fue, sin embargo, Taleghani, que incluso rechazó esta fórmula.

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