Marco Caruso, condenado a ocho años de cárcel
Marco Caruso, el niño de catorce años de cuya sentencia estaba pendiente toda Italia, ha sido condenado por el Tribunal de Menores de Roma a ocho años de cárcel.
El tribunal lo ha considerado responsable del asesinato de su padre, de robo y tenencia de armas. «Es la pena más pequeña que podíamos darte por el crimen tan grande que cometiste», le dijo el presidente del tribunal mientras Marco, cubriéndose la cara con las manos y echándose a llorar, gritaba: «No, no. Son demasiados años aquí dentro.» Cuando el magistrado le dijo que podía hacer una declaración, ya más tranquilo, exclamó: «La verdad es que vuestra sentencia no me importa, porque ninguna condena podrá ser más grave que el peso del recuerdo de mi padre que me llevo dentro.»Mientras un productor de cine se ha permitido ofrecerle ya a Marco la posibilidad de ser el protagonista de una película, «manchando -como escribió ayer un diario de la capital- una de las historias más dolorosas de la infancia de este país», el presidente de la República, el anciano socialista Sandro Pertini, ha seguido toda esta historia «personalmente con gran afecto», como declaró una nota oficial de la plesidencia. A la hora de la sentencia, Pertini estaba en su despacho pendiente del teléfono. En cuanto supo que Marco había sido condenado a ocho años de cárcel, las agencias distribuían una nota de la secretaria del presidente en la que se decía: «El presidente de la República no puede estar contento, con la sentencia, pero lógicamente no intervendrá en las decisiones de la Magistratura.»
Se ha sabido que Pertini telefoneó inmediatamente al ministro de Justicia para que se «acelerase lo más posible la práctica para la concesión de la gracia». Al parecer, el presidente de la República quiere conceder al pequeño Marco la gracia para primeros de año. Como escribió Corriere della Sera, aunque esta práctica de la gracia que la Constitución concede al presidente de la República es una institución «arcaica» que se usa poco, en este caso, puesto que se trata de un «gesto de bondad y de clemencia», tiene un sentido especial que toda Italia acogerá con simpatía, ya que se trata de la voluntad de un «hombre bueno y anciano, como Pertini», que concede la libertad a un «niño víctima de las injusticias de la sociedad».
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