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Afganistán refuerza su alineamiento con Moscú

Con el Tratado de Amistad y Cooperación, de veinte años de duración, firmado el martes con la Unión Soviética, Afganistán da un paso más en el reforzamiento de sus lazos económicos y militares con Moscú.Sin embargo, el Gobierno del primer ministro Noor Mohamed Taraki, que tomó el poder en un sangriento golpe de Estado el pasado 27 de abril, ha prometido permanecer oficialmente como país «no alineado».

Afganistán tiene una frontera común de más de 1.500 kilómetros con la Unión Soviética, y tradicionalmente ha dependido de su poderoso vecino para su comercio, ayuda económica y militar. Ahora, el régimen procomunista de Taraki ha colocado a este país remoto y subdesarrollado más cerca que nunca de una alianza estratégica e ideológica con su vecino del Norte.

El cambio en el equilibrio de fuerzas en la sensible región de Asia central -Afganistán también tiene fronteras con Irán, China y Pakistán, y fue objeto de disputa por los colonialistas rusos y británicos como un vínculo clave con la India- ha levantado preocupaciones en Washington. Esta alarma aumentó el mes pasado, cuando la URSS advirtió a Estados Unidos sobre una eventual injerencia a favor del régimen iraní del sha. La preocupación no disminuirá por la firma del tratado entre Afganistán y Moscú.

El tratado fírmado en el Kremlin por Brejnev y Taraki es el séptimo de este tipo que establece la URSS con países subdesarrollados. Los otros se concertaron con Angola, Mozambique, Irak, India, Vietnam y Etiopía. Este último fue firmado el 20 de noviembre.

Las relaciones entre los dos países fueron estrechas también cuando en Afganistán gobernaba el predecesor de Taraki, Mohamed Daud, pero cualitativa mente la gran diferencia es la nueva orientación marxista del régimen afgano. El Partido Popular Democrático de Taraki es generalmente considerado como comunista. El martes por la noche, en el discurso que pronunció en el Kremlin, Taraki rindió homenaje a Lenin, atacó el colonialismo y el neocolonialismo en términos marxistas, y dijo que su partido era «la vanguardia de la clase obrera del país». Nuestra revolución de abril -añadió- derrocó a unos gobernantes «muy conectados con el imperialismo y la reacción internacional». Moscú fue el primer Gobierno en reconocer al régimen de Taraki. Este, aunque se alinea con casi todas las posiciones internacionales de la Unión Soviética, ha recordado en Moscú -según la agencia Tass- que su país desea desarrollar también relaciones amistosas con la República Popular China.

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