Carter considera un éxito su política sobre derechos humanos

El presidente norteamericano, Jimmy Carter, reafirmó ayer su intención de seguir adelante con su política de derechos humanos, que calificó como un éxito, y dijo que «no hay fuerza en la Tierra» capaz de hacerle abandonar dicha política.En un discurso pronunciado en la Casa Blanca, para conmemorar el treinta aniversario de la Declaración de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas, el presidente Carter advirtió nuevamente que las relaciones y la asistencia de Estados Unidos a otros países se verán condicionadas por el grado de respeto a los derechos humanos que se practique en esas naciones.

Hablando ante miembros del Congreso, líderes de los movimientos pro derechos humanos y miembros de su Administración especialmente invitados a la Casa Blanca, Carter dijo que «en Camboya y Chile, en Uganda o África del Sur, en Nicaragua o Etiopía, o la Unión Soviética, saben que nos preocupamos por los derechos humanos y nadie de los que corren riesgos por defenderlos nos ha pedido que desistamos. Desde las cárceles, los campos, los exilios forzosos, recibimos un mensaje: «hablad, perseverad, dejad que se oiga la voz de la libertad».

El presidente norteamericano dijo que el derecho humano esencial es el de no sufrir violencia arbitraria, venga de donde venga, del Gobierno, de los terroristas, de los criminales o de «mesías» autoproclamados que actúan bajo la cobertura de la política o la religión. Evidentemente, esta última alusión fue una clara referencia a los trágicos sucesos de Guyana, protagonizados por la secta religiosa El Templo del Pueblo.

Mientras tanto, en Moscú, Alexandr Sujarev, viceministro de Justicia soviético, afirmó ayer que la Declaración Universal de los Derechos Humanos «ha resistido el paso del tiempo y conserva toda su importancia», en el curso de una conferencia de prensa celebrada en la capital soviética con motivo del aniversario de la firma de esta declaración.

Según Sujarev, los derechos humanos y, sobre todo, «los económicos y sociales» están más garantizados en la Unión Soviética y los países socialistas que en Occidente.