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Cenaron con nosotros, tomaron café, charlamos casi una hora y después nos ametrallaron

Lo más escalofriante del incidente en el que perdieron la vida siete pescadores es, quizá, el hecho de que los asaltantes del Cruz del Mar permanecieran friamente, y durante una hora, a bordo del barco tranquilizando a la tripulación, hasta que al final la ametrallaron. yer, y ya con más calma, uno de los supervivientes, Eusebio García Rodríguez, casado, de veinticinco años, contó con detalle a Jesús de las Heras, enviado especial de EL PAIS a Las Palmas, cómo se produjeron los hechos. Su narración es la siguiente:

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Permanece el clima de tensión

«A las siete y media de la tarde del martes día 28, cuando íbamos a acostamos, llegaron los asaltantes. Mi hermano gritó: "Están aquí los moros." Miguel Angel fue el primero que los vio, y entre todos decidimos ayudarles a atracar su lancha junto a nuestro barco, ya que no podíamos hacer nada por defendemos, puesto que estábamos fondeados. Les ayudamos a subir. Lo hicieron diez o doce, otros seis o siete se quedaron abajo, en la lancha. Ellos nos apuntaban con sus armas, pero nos tranquilizaban diciendo que no pasaría nada. Eran fusiles como el Cetme, pero con culata de plástico y el cargador curvo. Iban vestidos de hombres-rana, pero con la cara destapada. Eran blancos, pero moros: saharauis o mauritanos. Hablaban castellano, con el acento típico del mauritano o del saharaui, que es el mismo. También empleaban frases en francés. En el traje de hombres-rana llevaban en el pecho un redondel con una S y unas letras debajo que a mi hermano Miguel Angel le parecieron que ponía Frente Polisario. Trataban de tranquilizarnos a toda costa.Comieron el pescado que habíamos preparado para la cena, tomaron el café, estuvimos hablando con ellos casi una hora. Hablábamos de cosas sin importancia, tratábamos de tranquilizarnos unos a otros, aunque temíamos que nos iban a matar. Mientras tanto, varios de ellos colocaron una bomba en un dormitorio de popa. Nosotros les dijimos que nos dejaran una lancha y nos iríamos de allí; ellos insistían en que no nos preocupáramos. Finalmente, al muchacho le preguntaron qué edad tenía, él dijo que catorce años, y uno de ellos comentó: "Qué pena, vas a morir." Entonces nos colocaron en la banda y vimos que nos iban a matar. Tres nos tiramos al agua; oímos las ráfagas que dirigían a nuestros compañeros; después, otras ráfagas se hundían en el mar, junto a nosotros. Poco después los asaltantes se retiraron; mi hermano subió entonces al barco, llamó por radio al servicio de socorro de Arrecife y Las Palmas; sabía que había una bomba en el barco y no esperó respuesta; cogió una balsa y la echó al agua. En ella estuvimos varias horas hasta que fuimos rescatados.»

Respecto a la identidad de los asaltantes, este hombre sólo puede decir lo siguiente: «Un momento antes de disparar ellos nos quitaron los relojes y también cogieron la libreta de navegación; entonces fue cuando dijeron que ellos eran saharauis y que estábamos pescando en aguas que les pertenecían. » Y añade: «Uno de ellos dijo: "Ustedes no lo contarán, pero los próximos lo pasarán igual o peor."»

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