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Los sindicatos italianos, dispuestos a dar una respuesta dura al Gobierno

Juan Arias

En la noche del viernes estalló la temida ruptura entre Gobierno y sindicatos. Andreotti, como ya se preveía en las últimas horas, se mantuvo duro en lo referente a aumentos de sueldos no sólo a los auxiliares de los servicios sanitarios que mantienen en situación caótica en casi todos los hospitales desde hace más de veinte días, sino también a todo el personal del empleo público.

El jefe del Gobierno, Giulio Andreotti considera que los aumentos van contra el plan de desarrollo «Pandolfi» y ha decidido llevar el problema al Parlamento. La respuesta de los tres grandes gremios sindicales CISL, CGIL y UIL ha sido unánime: «Dar una respuesta decidida y dura al intento de Andreotti de eludir su responsabilidad », según afirmaron los dirigentes de esas tres organizaciones al salir con las manos vacías de una reunión con el Gobierno.

La primera respuesta será una huelga general -es ya la segunda en una semana- de todo el personal sanitario. A ello se añade las amenazas de huelga general sucesiva de todos los trabajadores de la Administración pública.

En cuanto al debate parlamentario sobre el tema, los observadores más optimistas afirman que los partidos de la mayoría de Gobierno no podrán dejar de apoyar a Andreotti. Pero quizá las cosas no sean tan fáciles para el presidente del Consejo. Los socialistas están divididos. Craxi continúa diciendo que si hay crisis ésta no dependerá del PSI. Pero Giacomo Mancini, uno de los líderes más importantes del partido, ha declarado: «La hipótesis de una crisis es cada día más concreta», aunque añadió: «Se pueden evitar las elecciones anticipadas y vivificar la actual forma de Gobierno.»

El órgano oficial del PCI, L'Unita, advierte que «en algunos sectores políticos está en curso un intento de echar sobre los comunistas las consecuencias de la crisis de Gobierno». Hay quien piensa que el Partido Comunista está dividido y entre la espada y la pared. porque se le está planteando con toda acritud la contradicción de ser un «partido de lucha y de Gobierno», como dijo Berlinguer, con la realidad de que el país puede luchar poco si no desea hacer caer el Gobierno, y que, al mismo tiempo, sostiene un Gobierno que actúa en manera que satisface siempre menos a las diversas fuerzas sociales progresistas.

El secretario general del PSI, Bettino Craxi, interrogado por los periodistas acerca de una supuesta intención de promover «elecciones anticipadas», respondió: «No sé con qué interés se pueden desear las elecciones anticipadas, puesto que mientras nosotros estamos creciendo ellos están con dificultades.»

En cuanto a los comunistas, se espera con mucho interés el discurso que el secretario general del PCI, Berlinguer, pronunciará hoy en Bolonia en el congreso de los administradores del partido.

Círculos políticos y periodísticos especulan en Roma con la eventualidad de que en este discurso el secretario general de los comunistas italianos matice y resuelva una parte de los aspectos contradictorios por los cuales cruza la política de su partido.

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