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Seis garantías necesarias para que los empresarios inviertan

Una política que aspire a una elevación sustancial de la inversión privada ha de combinar los siguientes elementos:1. Un clima social y político de paz y estabilidad que elimine riesgos e incertidumbres acerca de los resultados de las posibles inversiones a lo largo de todo el período en que las mismas vayan a mantenerse en activo. El horizonte temporal de este clima ha de abarcar, en consecuencia, la vida de la inversión y no limitarse a 1979 exclusivamente.

2. Una previsión positiva acerca de la situación económica en el período de vida de la inversión. Si el crecimiento de la producción nacional se considera estable y suficiente, ello supone que existirá demanda para los bienes derivados de la misma. Una tasa estable de crecimiento del PIB del 4,5% o del 5% anual en los tres próximos años constituye una garantía en tal sentido.

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3. Una previsión razonable acerca de los costes de la producción derivada de la inversión, en especial de los costes de la mano de obra, de la energía y de las materias primas. La previsión acerca del sistema de fijación de los incrementos salariales a través de una política pactada de rentas en los próximos años resulta esencial a este respecto.

4. Una política de precios que evite la inflación latente y restaure la libertad y la competencia, unida a una política de mejor utilización del trabajo condiciona, asimismo, la inversión.

5. Una política monetaria que mantenga los tipos de interés a niveles razonables y garantice la financiación adecuada de los proyectos sin incidir en costes prohibitivos. El nivel previsible de recursos financieros disponibles y la clasificación de los canales de financiación resultan esenciales a este respecto. En el cuadro 3 se valoran los efectos de los tipos de interés sobre la inversión.

6. Una política fiscal que no penalice excesivamente los rendimientos derivados de la inversión o que alivie sus costes iniciales. Un programa cuidadosamente proyectado de incentivos fiscales puede coadyuvar notablemente en este sentido, como se subraya en el cuadro 3.

Si todos estos factores se combinan adecuadamente para 1979, resultará posible conseguir un crecimiento del 9% en la inversión privada. Las cifras del cuadro 4 indican la importante ayuda que la inversión privada recibirá del Estado en 1979, lo que reduce la tasa de crecimiento, que reduce su esfuerzo del 9% al 5,2%, un objetivo posible de alcanzar.

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