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Fidel Castro, invitado por el rey Juan Carlos a visitar España oficialmente

ENVIADO ESPECIAL, España y Cuba entraron en una nueva etapa de sus relaciones políticas, económicas y culturales con motivo de la visita oficial a La Habana realizada por el presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez. Buena prueba del nuevo acercamiento hispano-cuhano la dan la calurosa y simpática acogida que el presidente del Consejo de Estado cubano, Fidel Castro, dispensó a Suárez en La Habana; los gestos políticos del líder revolucionario, en los que se incluye la próxima puesta en libertad del preso político español permisos de salida de Cuba a españoles con doble nacionalidad y solución de las indemnizaciones pendientes, y la invitación oficial y comedida que el presidente Suárez, en nombre del rey Juan Carlos, transmitió al comandante Fidel Castro para visitar España en 1979.

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A las doce de la noche de ayer (seis de la madrugada hora española) el DC-8 presidencial de la Fuerza Aérea española despegaba del aeropuerto José Martí, de La Habana, una vez terminada la visita oficial de Adolfo Suárez a Cuba de dos días de duración. El vicepresidente y hermano de Fidel Castro, Raúl Castro, despidió a la delegación española en el aeropuerto. Fidel Castro lo hizo a las diez de la noche en la recepción oficial que en su honor ofreció el presidente Suárez en la residencia del embajador de España en La Habana. Fidel no estuvo en el aeropuerto porque una hora antes iniciaba un viaje a Etiopía para asistir en Addis Abeba al cuarto aniversario del levantamiento contra el régimen del emperador Haile Selassie.Suárez, en La Habana, ha roto el hielo y abrió una nueva puerta en las relaciones entre ambos países. Ahora quedan por ver cuáles son las posibilidades reales de desarrollo de estas relaciones que el régimen español anterior mantenía pendientes de un hilo, pero de manera continuada. Del viaje hay que destacar dos temas políticos claves: la invitación de Fidel Castro a Madrid y las relaciones de España y Cuba con el Tercer Mundo.

El presidente Suárez no invitó a Castro a visitar oficialmente España hasta el último momento. La invitación, que no figura dentro del comunicado oficial, fue hecha pública por el presidente Suárez a última hora en el curso de una tumultuosa y desorganizada conferencia de prensa que el comandante Castro, quiso así para evitar el diálogo frontal. «Yo les prometo a los periodistas españoles que hablaremos más despacio en Madrid», decía el líder cubano. Fidel Castro quiere, de verdad, pisar tierra española. Suárez lo sabía y aguantó la invitación hasta el último minuto, quizá para conseguir de Castro sus gestos políticos que demuestran la voluntad de Cuba de iniciar un nuevo diálogo con España: la liberación del único preso político español, permiso de salida para unas sesenta familias españolas (cuando España envíe un avión para recogerlas) y un compromiso inicial sobre las indemnizaciones a pagar a los expropiados hispanos por la revolución cubana. Expropiación en la que España ha bajado sensiblemente sus exigencias iniciales.

En el plano económico tampoco Cuba estuvo intransigente. El acuerdo comercial que debe renovarse antes de finales del presente mes no incluirá importantes compras de azúcar cubano por parte española, como desean en La Habana. Habrá compensaciones crediticias y cooperaciones en otros campos -se firmó un acuerdo de cooperación científica y técnica-. Fidel, en respuesta a una pregunta sobre qué ha conseguido a cambio de sus concesiones políticas a España, dijo: «No he pedido nada, no quiero nada a cambio por parte de España.» De nuevo la sombra del viaje, la primera visita del líder revolucionario a Europa occidental, a España y a su patria chica, Galicia: -«Yo soy gallego y quiero votar en las próximas elecciones en mi tierra, si continúa esto de los derechos de doble nacionalidad hispano-cubana»,

Para Cuba, el viaje de Fidel a Madrid es muy importante: salida del ghetto socialista-tercermundista, apertura de nuevas fronteras políticas y comerciales, reconocimiento occidental al triunfo de la revolución y acercamiento a las posiciones europeas sobre África, donde Castro tiene varios miles de soldados y centenares de cuadros y administrativos. Para Suárez, el viaje constituye un espectacular golpe de efecto ante la opinión pública española e internacional, pero con una inmensa carga política y revolucionaria que ha martilleado, estos últimos días, a los sectores más conservadores de las instituciones y al ala derecha de UCD, que teme ya por los próximos enfrentamientos electorales. Por ello, la prudencia de Suárez en la invitación, por ello, no hay fechas concretas; por ello, no se espera que venga pronto a Madrid, aunque Castro lo desea de corazón y como político.

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Castro no apoya a ETA ni al MPAIAC

Durante la recepción en la embajada de España nos diría: «Yo quiero ir pronto a España, ¿cuándo es buena época?, ¿cuándo está más bonita?» Nuestra respuesta fue: en mayo, con las flores. Y Fidel, en busca de fechas más próximas añadía: «¿Y por qué no en enero con el fresquito?» Y Suárez palidecía cuando a los informadores se nos ocurrió decirle: ¿por qué no hace una escala a su vuelta de Etiopía? Suárez también pestañeó cuando llamó Carter a Castro, en un lapsus durante la conferencia de prensa.

El segundo gran tema está en las posibilidades de acción conjunta o cooperación exterior que abre la nueva etapa hispano-cubana. Suárez y Castro dieron un repaso completo al mundo: URSS, EEUU, CEE, OTAN, Sahara, no alineados, América Latina, derechos humanos («la droga, el hambre, el paro, el analfabetismo son también derechos humanos», dijo Fidel). y eurocomunismo. Castro afirmó en privado que no apoya ni entrena a ETA ni al MPAIAC canario y defiende la españolidad, de Canarias. DecIaró su interés por la crisis del Sahara, por una solución negociada multilateral y apoya la fórmula federal que se esboza en esta negociación, a la vez que desea un restablecimiento pleno de relaciones entre Argel y Madrid. También la influencia de Cuba en Guinea Ecuatorial y Angola podría ser determinante para el establecimiento de nuevas relaciones de ambos países con España.

De todas maneras, una cosa quedó clara: a Castro le preocupa el acercamiento de España a la OTAN y mucho más la posible integración de España. Castro resaltó que una España neutral y democrática tiene inmensas posibilidades de convertirse en el abanderado occidental del Tercer Mundo, de los no alineados, de los países en vías de desarrollo. Castro se declaró preocupado por el tema y Suárez replicó que éste es tema español, pero insistió en que no es inmediato. Insistencia esta del calendario que repitió en Caracas y que parece demostrar una cierta pasividad de UCD en el tema, a pesar de estar inscrito en el programa político del Gobierno y del partido gubernamental.

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