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Los laboristas británicos no convocarán elecciones este año

No habrá elecciones generales este año en Gran Bretaña. No, al menos, si el Gobierno laborista puede evitarlo. El primer ministro se dirigió anoche por radiotelevisión al país para deshacer de un golpe todas las especulaciones que a lo largo de las últimas semanas daban como segura una convocatoria a las urnas el próximo mes de octubre.La inesperada decisión de James Callaghan ha sorprendido a la líder conservadora haciendo campaña electoral en varias circunscripciones del Norte. Una Margaret Thatcher visiblemente contrariada anunció ayer que hoy replicará por televisión a la estratégica decisión laborista, cuya primera consecuencia es la de invalidar la costosa campaña de publicidad, trescientos millones de pesetas, iniciada por la oposición en la seguridad de que el país sería llamado a las urnas dentro de unas semanas. Pero Callaghan ha sorprendido también a todos los expertos políticos, a los medios informativos y a los propios sindicatos, que ya se habían movilizado en su congreso de Brighton en apoyo del partido gobernante.

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Callaghan espera mejores condiciones para convocar nuevos comicios

(Viene de página primera)El primer ministro señaló en su alocución que, aunque el «pulso» y la «temperatura» del país son los óptimos para convocar comicios (inflación en descenso, recortes impositivos, mayores beneficios sociales a partir de noviembre, subida del nivel de vida), el Gobierno está determinado a llevar adelante su programa legislativo en la quinta y última sesión de este Parlamento, que comienza en octubre. De ese programa forman parte sustancial la preparación de los referéndums para devolver la autonomía a Escocia y Gales, la reducción del elevado desempleo y el control de la inflación, que el Gobierno deberá atajar por la vía de la negociación con unos sindicatos hostiles, como lo refleja su resolución de ayer oponiéndose al tope del 5% en los aumentos salariales.

La decisión de Callaghan, sin embargo, está presumiblemente influida por motivos menos altruistas que los expuestos por el primer ministro. En estas columnas se recogió hace unos días (véase EL PAIS del 2 de septiembre) que un poderoso grupo del Gabinete presionaba al primer Ministro para que aplazara unas elecciones cuyo resultado no se veía suficientemente claro desde las filas gubernamentales.

Por añadidura, un nuevo censo más favorable al laborismo estará terminado en unos meses, y previsiones económicas de última hora anuncian un otoño e invierno más satisfactorios de lo que se esperaba. Este conjunto de datos, sumado al apoyo que puedan obtener los galeses y escoceses tras la convocatoria de los respectivos referéndums suministra una explicación más plausible del aplazamiento decidido por el premier.

Porque lo cierto es que sin el apoyo liberal y estando en situación minoritaria en el Parlamento, el Gobierno laborista sólo puede esperar sostenerse en los meses venideros con coaliciones de ocasión, basadas en maniobras de urgencia. Y salvo que el señor Callaghan tenga ya en el bolsillo promesas concretas de liberales o nacionalistas, puede esperar lo peor a partir del momento en que exponga y someta a votación, en el discurso de la reina, a finales de octubre, su programa,

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