Defraudar al fisco está mal visto

En tres ocasiones a lo largo de los últimos seis meses los contribuyentes han visitado la ventanilla de Hacienda para rendir cuentas y, en muchos casos, abonar religiosamente unos impuestos que hasta ahora eran tema tabú. Hace un año el Gobierno, con la colaboración de los partidos de la Oposición, lanzó la operación de reforma fiscal que según todos los pronósticos pasará a la historia tributaria. De sorpresa, el departamento del señor Fernández Ordóñez nos colocó una ley calificada de urgente que contenía los elementos necesarios para romper el cuadro fiscal español que el profesor Fuentes ha calificado en diversas ocasiones con la contradictoria frase de «paraiso e infierno tributario». Lo que hace un año era moda bien vista, no pagar impuesto y pasar por perfecto desconocido ante el fisco, ahora no es bien recibido por la sociedad. Cualquiera que se precie tiene que decir que ha presentado su, declaración -pagando lo menos posible-, eso sí, pero testimoniando cuando menos una presencia. La reforma ha conseguido marcar el tanto fundamental para conseguir consolidarse, y es el haber conseguido modificar la conciencia fiscal de los españoles, que hasta ahora se daban mus negro a la hora de llenar sus declaraciones y que ahora se precian de lo duro que les resulta el fisco. Queda por ver si esto nos recompensa a su vez con una reforma de sus hábitos de gasto, con una racionalización de su estructura y con la prestación de unos servicios que el contribuyente no puede menos que reclamar casi de inmediato.