Leves incidentes en los funerales
En un ambiente de gran emotividad y una cierta tensión se celebraron ayer en Barcelona las exequias fúnebres por el policía armado Luis Antonio Rodríguez García. Cuando terminó la ceremonia religiosa, varios policías y parte del público allí concentrado golpearon el coche oficial en cuyo interior se encontraba el presidente de la Generalidad, Josep Tarradellas, informa la agencia Europa Press.Al salir el féretro del cuartel de la Verneda, donde se ofició el acto, numerosas personas, en su mayoría miembros de las Fuerzas Armadas, prorrumpieron en aplausos y gritaron consignas en contra del señor Tarradellas, así como otras invocando la toma del poder por parte del Ejército.
Antes de iniciarse el funeral se le concedieron al policía fallecido tres condecoraciones de recompensa. Por la tarde, el cuerpo del señor Rodríguez llegó al cementerio general de Valencia, donde recibió sepultura. Cuando el furgón funerario arribó a las puertas del acuartelamiento valenciano de La Alameda, las 3.000 personas que le aguardaban guardaron un respetuoso silencio, interrumpido de cuando en cuando por gritos de vivas a la Patria.
Varios centenares de personas asistieron ayer al funeral por el alma del cabo de la Guardia Civil Aurelio Salgueiro, muerto el lunes en un atentado en Mondragón. El acto religioso se celebró en la parroquia de San Juan Bautista, a las once de la mañana. Al terminar el funeral se produjo cierta tensión al pronunciarse gritos contra ETA y vivas a la Guardia Civil. El féretro fue trasladado a Monforte de Lemos, donde Aurelio Salgueiro recibirá sepultura, informa nuestro corresponsal interino en San Sebastián.
Por otra parte, el funeral del inspector del Cuerpo General de Policía muerto el lunes por la noche en Fuenterrabía se celebrará en Madrid, donde Alfonso Estevas-Guilmain había nacido, por deseo de sus familiares. En Irún sólo se celebrará una misa organizada por sus compañeros de cuerpo.
Por su parte, Manuel Vázquez Cacharrón, guardia civil muerto en el atentado ocurrido el lunes en Santiago, fue enterrado ayer en el cementerio de Boisaca, después de un funeral presidido por el titular de la Junta de Galicia y otras autoridades. Cerca de 3.000 personas asistieron al acto fúnebre y cerca de 2.000 acompañaron el cadáver al cementerio, según informa Perfecto Conde desde Santiago.
La serenidad y tranquilidad fue absoluta en todo momento.
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