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Suicidio del actor Charles Boyer

Continuador del mito de "latin lover"

El actor cinematográfico Charles Boyer se suicidó el pasado sábado en Phoenix (Arizona, Estados Unidos) con una sobredosis de «Seconal», un fuerte barbitúrico. Dos días antes su esposa Patricia había fallecido a consecuencia de un cáncer, a la edad de 68 años. El actor había nacido en Figeac (Francia) hace 78 años. La figura de Boyer hay que situarla en esa extraña fascinación de los norteamericanos por un concepto estereotipado del latín lover. El, Rosanno Brazi y Louis Jordan fueron, probablemente, los tres actores europeos a los que Hollywood adjudicó el rol de amantes latinos en un intento de recuperar, o cuando menos mantener, la llama y el gancho publicitario de un Rodolfo Valentino muerto prematuramente. Naturalmente, Charles Boyer nunca aceptó de buen gusto el encasillamiento. «Nunca hice nada para merecer ese título -declararía en una rueda de prensa-. Es más, no soy un don Juan ni en la escena ni en la vida privada.» Hijo de Maurice Boyer, de profesión constructor, y de Augustine Durand, siguió sus estudios de filosofía en la Sorbona (París) y el curso del Conservatorio de Arte Dramático que dirigía Maurice Escande.Sus relaciones con el cine comenzaron en 1927, con la película El capitán Fracasse y La barcarola del amor. Tras el éxito inicial fue llamado por los productores norteamericanos. Permaneció en Hollywood una corta temporada, regresando nuevamente a Francia tras un éxito discreto debido, esencialmente, a su poco dominio del inglés. De vuelta a Estados Unidos, triunfó definitivamente con la interpreta ción del filme Argelia. En 1942 se nacionalizó ciudadano de Estados Unidos.

Intervino en numerosas películas, destacando, entre otras, sus participaciones en Bing House (1930), Hantise (1944), La suerte de ser mujer (1955), Arco de Triunfo (1947) y Horizontes perdidos (1972). En 1942 fundó la French Resarch Foundation, en Hollywood.

La figura de Boyer se convirtió en poco menos que indispensable cada vez que el filme previsto narraba aventuras galantes o escenarios suntuosos y caballerescos. Cada vez que Hedy Lamarr, Ingrid Bergman, Marlene Dietrich o Jean Harlow requerían los servicios cinematográficos de un caballero surgía la figura de Charles Boyer, impecablemente vestido y, generalmente, con una flor en la solapa.

Actor completo, no limitó su trabajo al cinematógrafo. Intervino con frecuencia en el teatro y en las televisiones.

Los últimos años de la vida del actor fueron de un relativo trabajo pues supo aceptar el desempeño de papeles menores -generalmente en las grandes producciones de Hollywood-, al no tener ya posibilidad alguna de interpretar papeles protagonistas.

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