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Reportaje:Dos países de Africa austral ante la independencia/3

Namibia: los errores de la ONU

La historia de Namibla es, al mismo tiempo, la de uno de los mayores absurdos cometidos por las Naciones Unidas. Tal vez sea por esa razón quela orgartízación interinacional, a quien incum be, teéncamente, la administración del antiguo territerie, alenián del suroeste africano, se dispone ahora a emplear todos 3us recursos para imponer la independencia de ese vasto país, situado entre Angola y ¡a República Surafricana- constituido en sus tres cuartas partes por el desierto. Al ser Alemania amputada, en 1916. de sus colonias africanas. Namíbla nom'teresa demasiado a las potencias vencedoras. Los importantes yacimientos de cobre, zinc y uranio, y las minas de díamante, que se descubrIrá n posteriormente, seridesconocidos en esa época; así, la Sociedad de Naciones confla la tutela del territorio a la comna británica, la cual retrocede sus derechos a Pretoría.

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Misión de la ONU en Namibia

Los términos de ese mandato, redactado de forma precipitada y sin un profundo conocimiento de las diversas etnias namibías (hasta 1965, los archivos de la ONU estiman «inadecuada» la expresión de nacionalidad nainibias debido al nomadismo de los habitantes del Kalahari), permitían incluso la anexión del territorio, aunque la condicionaba al consentimiento de sus pobladores. Bajo tal argucia, Africa del Sur mantendrá hasta el año 1966 sus pretensiones a la anexíón, aludiendo al «gran campo de actividad» que necesitaba la propia expansión surafricana.

En 1945, la Organización de las Naciones Unidas sucede a la difunta Sociedad de Naciones, pero olvida suprimir el mandato confiado a Pretoria, limitándose a recordarle en varias ocasiones que debía rendir cuentas de su «misión civilizadora». Veinte años serán necesarios todavía para que la ONU reconozca oficialmente haberse equivocado en 1916 y revoque, en consecuencia, el mandato de tutela. En la votación celebrada en Nueva York, 114 países se declararan favorables a la supresión de la tutela surafricana; tres se abstendrán, Francia, Inglaterra y Malawi; y dos votarán en contra, Portugal y Africa del Sur.

La resolución número 185 de la ONU, que exige la retirada de las fuerzas militares y administración civil surafricanas, no será aplicada jamás, como tantas otras resoluciones de la organizacion internacional. El siguiente paso dado por la ONU será la constitucíón, en 1968, de una comisión especial para Namibia. cuya dirección es confiada al irlandés lan Mac-Bride, la cual inicia el primer estudio serio sobre las once etnias en que se dividen los 850.000 africanos de Namibia.

Consciente del nuevo giro que tomaban los acontecimientos, el Gobierno surafricano, había preparado, desde 1964, un plan politíco para la futura independencia de Namibia, que había sido confiado a la «comision Odendaal». El citado plan recomendaha la división del territorio en once «homelands» o naciones indígenas, correspondientes a los diferentes grupos tribales. Cerca del 40 % del país debía ser atribuido a los futuros «bantustanes» y, a tal efecto, en 1968 se constituyeron seis «homelands» entre las tribus Ovambo, Kavango, Herero, Kaoko, Damaras y Caprivis. Las dos primeras recibieron su «autonomía» en marzo, de 1975.

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El «plan Odendaal»

El plan Odendaal, no recibió ningún apoyo internacional ni obtuvo un considerable éxito entre la población africana. En 1971, Windheck, la capital, fue paralizada por una huelga general dirigida por la Organización del Pueblo del Suroeste Africano (SWAPO), creada en 1958 bajo el nombre de del Pueblo Ovambo, por el nacionalista Herman Ja Toivo. Ante la presión de las Naciones Unidas. que habían reconocido en 1973 al SWAPO como el único representante autentico de la población namibia (decisión imitada ese mismo año por la OUA), el Gobierno surafricano proclamó oficialmente en 1975 su disposicion a conceder la independencia del territorio cuya tutela le había sido suprimida a traves de una conferencia institucional abierta el 1 de septiembre de ese año en Windhock, con la participación de la minoría blanca integrada en el Partido Nacional namibio de Dick Mudge, el jefe de la etnia «Herrero», Clemens Kapuuo, y otros dirigentes tribales.

No obstante ello, la conferencia fue rechazada simultáneamente por la ONU, la OUA y el SWAPO y cailficada de «improcedente» por Inglaterra y Estados Unidos, debido a la base tribal sobre la cual se habían seleccionado los delegados. Las formaciones que se declaraban nacionalistas como el SWAPO fueron desautorizadas y el propio Kapuuo fue asesinado, en condiciones místeriosas, en Windheek. Los 15% delegados se separaron a fines de 1976 tras admitir el principlo de la transferencia del poder a la mayoría africana, a principios de 1979.

Proposiciones del SWAPO

Mientras el «plan Odendaal» y la Conferencia de Windhock centraban sus esfuerzos en el reforzamiento de las estructuras tribales, la ONU declaraba como exigencias irrevocables la celebracIón de elecciones, bajo su control en toda Namibia, considerada como una única entidad política, la retirada de la Administración surafricana y el reconocimiento del SWAPO como representante legítimo del pueblo namibio. La organización nacionalista, dirigida por Sam Nujoma, de l968 solicita por su parte la abolición de las instituciones creadas por Pretoria bajo bases étnicas, la liberación de los prisioneros políticos, entre los que figura el propio Ja Toivo, condenado en 1968 a 20 años de cárcel, la retirada del ejército surafricano y la integridad territorial del futuro Estado, comprendido el puerto en agua profunda de Walvis-Bay. En abril de 1977 las cinco potencias occidentales miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Alemania Federal, Canadá, Francia, Inglaterra y Estados Unidos) proceden a una primera serie de concertaciones con las autoridades de Pretoria y los nacionalistas del SWAPO con el fin de sentar las bases de un compromiso que incluye el abandono del proyecto de Constitución tribal preparado por la Conferencia de Windhock y la organización de elecciones sobre una base regional que permita respetar una representación de las diferentes etnias. Dos reuniones celebradas en Luanda el mes pasado, han producido un efecto espectacular sobre el doloroso problema de Namibia. Por primera vez los jefes de Estado de la «Primera línea», Angola, Rostwana, Mozambique, Tanzania y Zambia, estimaban «positivos» los términos de la misión de conciliación de los cinco occidentales y aceptaban aconsejar al SWAPO en el mismo sentido. En segundo término, los cinco occidentales y el propio SWAPO llegaron a un acuerdo, el 12 de Julio, sobre las modalidades de acceso a la independencia en Namibia. La ONU, que remitirá. una fuerza militar compuesta por 5.000 «cascos azules» y mil funcionarios civiles, controlará las elecciones, a las que podrán participar los diversos movimientos nacionalistas. El ejército surafricano podrá mantener una fuerza de 1.500 hombres hasta la independencia del territorio y se procederá a la liberación de los pisioneros políticos.

La solución pacífica del conflicto, namibio queda todavia supeditada a dos cuestiones esenciales sobre las que no se ha tomado ninguna decisión en Luanda. Las listas electorales preparadas por la actual Administración surafricana carecen de validez en opInión de los representantes de las cinco potencias occidentates, deben ser suprimidas, a lo que se opone Pretoria. En cuanto a! enclave de Walvis-Bay, el Gobiemo surafricano afirma que no renunciará a sus derechos el mismo, basados en un antiguo tratado firmado al término de la Primera Guerra Mundial, que no es reconocido por el SWAPO.

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