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Crítica:EL FESTIVAL DE SAINTES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De Halffter a las jóvenes promociones

La ausencia de la Orquesta Nacional -sobre cuyo proyecto de asistencia a Saintes se desarrolló una breve polémica que nuestros lectores conocen- disminuyó la presencia de Cristóbal Halffter en sus obras y eliminó la presencia personal. Ni los Brecht-Lieder, ni el Requiem por la libertad imaginada llegaron a sonar, pero sí se escuchó un estreno para clavecín, Adieu, tocado por Elizabeth Chojnacka, sobre el que recibí las mejores impresiones. Lo que no es de extrañar en un autor que en Tiempos para espacios, dirigido aquí por Alexandre Myrat, evidenció superior Inteligencia a la hora de enfrentar «clave» y doce cuerdas. Particular relieve debía alcanzar, en las últimas jornadas del festival, la versión de Noche pasiva del sentido, una de las creaciones más refinadas y originales del compositor madrileño. Halffter, según mis noticias, ha obtenido un importante puesto como asesor del Gabinete de Música Electrónica de Friburgo, nueva proyección germana de quien, por otra parte, ha alcanzado justa notoriedad internacional. Tal dedicación le obligará a tres meses -seguidos o fraccionados- de residencia, lo que por fortuna no significa «adiós» a su Patria. O no debe significarlo, al menos. Cristóbal -como Luis de Pablo- cumplirá cincuenta años en 1980, y debe recibir en España el homenaje y la dedicación que su figura y su obra merecen. Desaparecieron totalmente de la programación, en razón de la citada ausencia orquestal nombres como los de Joaquín Turina. Enrique Granados. Juan Crisóstomo Arriaga y Ernesto Halffter, cuyas obras completaban el panorama de conjunto que ha querido ser el Festival de Saintes en relación con nuestra música.

Las jóvenes promociones

El joven Francisco Guerrero ha obtenido triunfos tan señalados como los Anemo C, una creación mundial dirigida por los KOAN, bajo la dirección de Encinar. Bellísima partitura, original, audaz en su misma concepción, en la que a modo de concierto para flauta, su parte queda enlazada a través de un clarinete con la función de la cuerda, prácticamente limitada a "pizzicati" y a largas notas tenidas. Viva de color, imaginativa como algo propio del surrealismo andalucista, esta partitura de Guerrero fue uno de los grandísimos éxitos de Saintes, como se vio por la reacción del público y se leyó en los comentarios de la crítica.José Ramón Encinar hace discurrir su evidente poder inventivo por cauces entre lógicos y expresivistas, tal sucede en Cum plenus forem entusiasmus, para guitarra y orquesta, excelentemente tocada por Fresno y dirigida por el propio Encinar o Por gracia y por galantía.

Del vasco Félix Ibarrondo, residente en París. conocimos como obra nueva Izengabekoa, un abstracto homenaje a Miguel de Unamuno. que sólo significa un ir con. Los veintiún ejecutantes desarrollan una sucesión densa y brillante, realización plena de un ideario musical muy rico de matices.

En cuanto a Villa-Rojo, su estreno del Concerto grosso II reafirma la experiencia llevada a cabo en obras anteriores: una suerte de sintetización técnico-ideológica de ciertos supuestos propios de la música barroca. Escritura firme. tan bien calculada como pulida en sus últimos detalles. la partitura mantiene y aumenta el prestigio ya alcanzado por el quieto compositor, instrumentista Y director.

Pablo Riviere de formación musical e intelectual tan precisas como depuradas. nos dio su ya conocido Mandaron cambiar el orden del tiempo, de contenido claro y textura transparente. Otero y Aracil, con Tiempos y Retablo, redondearon la representación de las más jóvenes promociones, en las que faltó la proyectada audición de Barber. Nunes, Peixinho y Lima. a través de diversas obras, nos dijeron cosas muy positivas de la actual situación creativa de las vanguardias portuguesas.

Todavía sería necesario recordar los actos de «animación» las actuaciones de nuestros músicos populares o las representaciones teatrales, muy especialmente las de Peter Brook, para dar una idea sólo aproximada de lo que ha sido la larga cita del Festival de Saintes. Sin olvidar cuánto vale y significa la convivencia diaria, en las clases, en las conferencias y coloquios o en las animadas terrazas de la calle Nacional. de organizadores, compositores, cursillistas, críticos, musicólogos e intérpretes. Entre éstos produjo sensación el recital de Antonio Baciero, compilador de lo español en teclado desde Cabezón hasta la Fantasía Bética, de Falla.

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