Acuerdo para la conservación de los recursos marinos
A finales de este año se formalizará un acuerdo internacional «para la conservación de los recursos marinos vivos antárticos», cuyo borrador Fue elaborado en marzo durante la reunión que celebraron en Camberra (Australia) los trece miembros del tratado de la Antlántida y que nuevamente ha sido discutido en Buenos Aires entre los días 17 y 29 de julio pasado. El acuerdo, al que los científicos otorgan una excepcional importancia, está hecho pensando casi exclusivamente en una sola especie marina, abundantísima en las aguas antárticas y a la que se atribuye un papel decisivo en la alimentación humana y animal del futuro. Se trata del krill, un pequeño crustáceo, parecido al camarón, cuyo alto contenido proteínico y extraordinaria capacidad de reproducción le han convertido en un objetivo casi estratégico para los países miembros del tratado de la Antártida.
El krill (que significa en noruego pequeño pez) ha constituido durante milenios el alimento básico de las ballenas, capaces de ingerir una tonelada diaria de estos animalitos. La indiscriminada caza de ballenas es una de las razones de la gran proliferación de la especie, que aún así da alimento a focas, leones marinos, pingüinos, albatros, calamares y peces. Las focas antárticas consumen alrededor de trescientos millones de toneladas de este criastáceo cada año, según el estudio hecho por una compañía investigadora privada por encargo del Departamento de Estado norteamericano. El mismo estudio situó las reservas actuales de krill entre quinientos y mil millones de toneladas. Científicos soviéticos amplian sensiblemente estas cifras, y establecen las existencias entre ochocientos y 5.000 millones de toneladas. Cálculos hechos por el departamento de biología del Instituto Antártico argentino aseguran que, con una captura anual de setenta millones de toneladas de krill se puede proporcionar a mil millones de personas una dieta diaria de veinte gramos de proteínas.
La Unión Soviética y Japón son pioneros en la captura y el aprovechamiento de estos pequeños crustáceos de poco más de cinco centímetros de longitud. Los rusos ya comercializan una pasta untable, de muy, agradable sabor, mantequilla y queso.
La República Federal de Alemania, Chile, Noruega y Polonia también realizan sistemáticas capturas de krill.
Estos dos países son quienes mejor han desarrollado las técnicas para la detección de los bancos (que pueden llegar hasta las 100.000 toneladas) y la captura del crustáceo, mediante medios muy sofisticados como sondas, bombas de succión, etcétera.
Los firmantes del tratado de la Antártida, suscrito en 1959 por Argentina, Canadá, Gran Bretaña, Chile, Francia, Nueva Zelanda, Noruega (países que tienen reclamaciones territoriales antárticas) y Bélgica, Japón, Suráfrica, Unión Soviética y, Estados Unidos, parecen estar de acuerdo en la necesidad de preservar la existencia de krill regulando las capturas de manera que su uso en la alimentación humana no ponga en peligro de extinción a la especie ni altere el ecosistema antártico.
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