Elogio de la burocracia
Llevo tiempo infinito quebrándome la cabeza, intentando descifrar los jeroglíficos alquímicos con los que la Administración se complace en hacer un juego chino de una operación de exportación. La Aduana destila gota a gota los infitos requisitos, y cuando uno ha resuelto un acertijo, como en los cuentos de hadas, plantean el siguiente. Quisiera saber si los padres de la Patria, el Gobierno y el Ministerio de Comercio en especial quieren o no quieren que exportemos; y, en tal caso, que lo digan clara y definitivamente, y se jejen de tomar el pelo a los ciudadanos interesados por tales cuestiones. También quisiera saber si, concluido el pastel constitucional, piensan clarificar la selva amazónica que es la burocracia administrativa, o tendremos que s,eguir abriéndonos paso entre impresos, pólizas, licencias, timbres, facturas, cartas de no sé cuántas cosas, a machetazos. Finalmente, quisiera comunicar al Ministerio de Comercio que un ciudadano por lo menos, quien suscribe, está hasta las mismísimas narices de aguantar la fronda de desorganizaciones nacionales.
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