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Tribuna
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Perplejidad

Todos hemos oído decir desde niños que la prensa y la publicidad constituyen las dos más poderosas palancas que mueven el mundo moderno. Son asimismo dos fuerzas temibles, porque pueden producir grandes escándalos. A veces, también, en la democracia, la libertad de prensa se usa de una manera algo ridícula. De todas maneras es mejor que exista y no tener los periódicos al servicio de cuatro cabezas despóticas y más o menos maniáticas. Hemos vivido años cercanos con severa censura, mediante la cual Incluso se llegó a pretender salvar nuestras almas. Hoy hemos dado un salto enorme y dejando a su lado tres o cuatro ternas que son «tabú» todavía, la prensa se utiliza para tratar de todo, popularmente claro es. Los periódicos son o quieren ser movidos, sugestivos, modernos y quien dice los periódicos dice otros medios de información, que no existían en los tiempos en que ya. funcionaba la prensa, con mayor o menor libertad. ¡Qué tiempos algunos de ellos! Cuando el conde de España era capitán general de Cataluña durante los siete mal llamados años, dio al director del Diario de Barcelona unas normas para el funcionamiento de aquel periódico, conforme a las cuales debía realzar el nombre del santo del día, publicar el texto de la Bula de la Santa Cruzada y dedicar espacio privilegiado al anuncio de ungüentos para curar o paliar ciertos padecimientos que preocupaban al mismo conde. También se debía realzar los anuncios de aceites útiles para quitar el vello a las señoras, elemento corporal que debía molestarle mucho. Los artículos de fondo debían tratar de Agricultura. He aquí un esquema de periódico concebido por un déspota a la antigua. Después hemos padecido de esquemas más torturantes: porque en los artículos de fondo se trataba de Filosofía, Metafísica, Teodicea e Historia de modo descomunal. La Agricultura no interesaba tanto.Cambian los tiempos, el periódico se hace libre y aún libertino. El periodista, y sobre todo la periodista, son capaces de meter en un brete a cualquiera, con tal de obtener un efecto.

Hace días me encontré muy melancolía. Mi amigo, letrado, hombre austero y corto de expresión. Me contó el motivo de su melancolía. Mi amigoletrado, académico, profesor o algo por el estilo, sexagenario ya y achacoso, estaba en un despacho escribiendo unas páginas de erudición, sobre tema lejano y un poco abstruso. Eran las primeras horas de la mañana. Alza la pluma y medita. En este momento suena, impertinente, el timbre del teléfono. El letrado pone el auricular en el oído con el que oye mejor. Una voz femenina con ligero acento exótico pregunta:

-El señor X?- Servidor de usted.

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Mire, soy una periodista latinoamericana que tiene a su cargo un programa para la televisión de mi país y quiero preguritarle varias cosas. ¿Cuándo puedo visitarle? El letrado vacila: -La cuestión es saber si yo puedo contestar a esas preguntas- ¿Cómo no? Son muy sencillas para el gran público: ¿No es usted historiador?- Sí, sí. Más o menos. -Pues, créame, no habrá dificultad.-Bien,venga usted hoy a la una. -Muchas gracias. -A los pies de usted. El letrado todavía es de los que se ponen a los pies de las damas. Pasa la mañana y a la una, puntualmente, aparecen tres jóvenes con una cámara y otros artefactos, más la señora o más bien la señorita responsable del programa. Hay que instalar los artefactos, focos, trípodes, aparejar enchufes. componer perspectivas. El letrado se siente perplejo e inquieto. ¿Cuándo terminará todo esto? ¿Qué me preguntarán? Nadie dice nada. Al fin la joven se coloca ante él con la alcachofa despiadada en mano y dice. -Podemos empezar. -Cuando usted quiera. -Vamos a ver, profesor. El tema es muy sencillo. Quiero que me hable usted del «Beso a través de la Historia»,Y a eso le llama usted un tema fácil? - ¿Cómo no? Para un sabio como usted, no debe tener dificultad.

El letrado siente un sudor frío en la espalda, como los protatonistas de los folletines en el momento cumbre. Rebaña sus recuerdos. Alguna lectura erótica de su luventud. Algún poema vuelto a leer más tarde. Los textos amorosos de la India que se traducían por los años de 1926, para uso del público de los quioscos de las raniblas barcelonesas y bulevares madrileños. Catulo. Pasa luego al ósculo de la paz, a los besalamanos y besos reverenciales a las personas mayores en edad, dignidad y gobierno. Recuerda, de repente, algo que dijo Voltaire acerca de lo parecidos que son los hombres y los pájaros en esta peculiar actividad. Carraspea, vacila y como puede habla unos momentos. Nota, con sorpresa, que la señorita aprueba. El temía que hubiera pensado: -Este viejo es un imbécil. -Pero no. El letrado,inicia un gesto como para terminar. -Perdón, todavía no. Quiero hacerle dos preguntas más, profesor. ¿Cuándo dio usted su primer beso de amor? -El letrado hace un cálculo y con cierta vergüenza responde: -Creo que fue el verano de 1929. Cuando tenía catorce o quince años. Después de un baile de pueblo, de noche. Muy distanciado del segundo. -¡Ay que lindo! ¿Y el último? -Ahora la contestación es rápida, tajante, y malhumorada: -En la primavera de 1950 y sin mucho gusto. Esto no le parece tan lindo a la interrgante que aún pide una información: -Tiene usted el Retiro delante de su ventanal. ¿Puede decirme a qué hora vienen más parejas a besarse? Querríamos completar el programa con unas imágenes...-La verdad es que no lo sé. Los árboles me interesan más que las personas. Pero creo que si viene usted al caer la tarde encontrará lo que quiere.

Aquí terminó la entrevista. El letrado se despidió de la dama, no poniéndose a sus pies, sino besándole la mano para ser congruente. A la tarde me lo encontré muy abatido. ¿Qué hubiera hecho esta señorita -pienso yo- en tiempo del conde de España o en los de aquella censura que se ocupaba de la salvación de nuestras almas? ¡Tiempos en que se ponían multas a las parejas y en que los guindillas despachaban de la playa a todo aquel que no iba con un traje de baño con calzones que llegaban a los calcañares y le daban un ligero aspecto de cebra;

La verdad es que éste es un país raro y ligeramente incómodo para el hombre de acciones y pensamientos acompasados.

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