_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Larra, un presente mortal y rosa

Larra: autopsia de un suicidio, más que un ensayo poético, como el propio autor lo califica, es un poema-collage, en donde los versos van contrapunteándose con las citas más hermosas que, sobre el «supremo gesto», nos dejaran las plumas de un Pavese, un Camus, un Cernuda, un Esenin.... del mismo Mariano José de Larra... El pequeño libro, escrito con indudable pasión, va dedicado a los «cuervos, hienas y panteras» que rodearon la vida de Larra y aún siguen rodeándonos. Es reconfortante hallar en estos tiempos de ignominiosa indiferencia y apatía, alguien que -como Daniel Blanquer- posea las suficientes dosis de poética inocencia y furor juvenil para gritar sus versos a ellos, los «cuervos, hienas y panteras», que empujan tanta naturaleza sensible a la autodestrucción.Con el romanticismo se inicia la disolución. Desde entonces el arte es una suerte de frenesí autodestructivo y el suicidio aparece como la amenaza constante o el dato final en la biografía del artista. En el fondo, los problemas planteados en la época de Larra son los mismos que continúan hoy sin resolver. Y esto Blanquer nos lo recuerda cuando, en su breve análisis de las circunstancias que rodearon la vida del poeta (1809-1837: Apuntes de un tiempo sombrío), utiliza una serie de términos o neologismos propios de la jerga sociológico-política de actualidad. Ante el nihilismo que infecta a todas las capas sociales, ante la sentina de mentiras a que se reducen todas las instituciones y axiologías de nuestra «civilización», en el reino de la dispersión, el quillotro suicida no ha hecho más que agudizarse. ¿Estaremos siempre a vueltas con Larra? ¿Larra será siempre, como dice Francisco Umbral en el prólogo del libro que comentamos, «un presente mortal y rosa»?

Larra: autopsia de un suicidio

Daniel Blanquer Edición del autor. Alicante, 1978

Cuando Larra ve que su corazón es un sepulcro y lee: « ¡Aquí Yace la esperanza! », no decía la verdad. Cioran ha visto esto con la lucidez que le caracteriza: el suicida es un esperanzado, una víctima de la esperanza, un nihilista a medias. Es preciso ir más allá, reír como un despellejado vivo; hundirse danzando en el abismo, como quería Zaratustra. Ya los románticos, que descubrieron el veneno, también hablaron del antídoto: la ironía. Y esto es lo que escasea, y no sólo en el texto de Blanquer.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_