Los grandes de Occidente deciden luchar conjuntamente contra el terrorismo aéreo
Los jefes de Estado y de Gobierno de los siete países más ricos de Occidente acordaron ayer en Bonn, bloquear, de una forma inmediata, el tráfico aéreo con los países que concedan asilo a los piratas aéreos. Esta resolución, a la que se llegó al final de los dos días de trabajos de la cumbre occidental, no fue completada, sin embargo, con otra semejante relativa al tema del terrorismo, problema que fue debatido en las sesiones del domingo.
En cuanto a otros de los problemas políticos discutidos en esta cumbre económica, el de las relaciones entre las dos Alemanias, no se dio a conocer ninguna nota tras una reunión de los jefes de Gobierno de Estados Unidos Gran Bretaña, Francia y Alemania Federal sobre la situación de Berlín.
Condiciones al Tercer Mundo
Por otra parte los siete «grandes» de la economía occidental han decidido en la cumbre de Bonn potenciar su expansión económica en el Tercer Mundo, siempre que esta «ayuda al desarrollo» tenga como respuesta la voluntad de los países candidatos a esa aportación «de crear un buen clima a las inversiones y garanticen una protección suficiente a las inversiones extranjeras». De puertas afuera, más allá del efecto político que puedan tener las decisiones económicas en los países de la CEE, Canadá, Japón y Estados Unidos, esta iniciativa de cara al Tercer Mundo es, sin duda, un paso clave. A partir de ahora, los grandes países industriales de Occidente fijarán una estrategia comun en cuanto a inversiones en los países menos afortunados desde el punto de vista económico, como también han Fijado una estrategia común respecto del terrorismo aéreo.
Sin embargo, en el capítulo de cooperación con los países en desarrollo solamente un país ha especificado el volumen de inversiones o de ayuda disponible destinada al Tercer Mundo. Japón se ha comprometido a duplicar su contribución con este destino en un plazo de tres años. En la actualidad Tokio orienta a este finalmente un 0,72% de su producto social bruto (4.002 millones de dólares). El resto de países presentes en Bonn tampoco destinan a la promoción de las zonas más deprimidas de la Tierra más del 1% de sus PNB, por considerar que la mayoría de los países pobres no ofrecen garantías de lucro por razones político-sociales.
En el comunicado de la cumbre de Bonn se incluye un llamamiento al Comecon de los países socialistas para que se unan a la iniciativa de los siete, con lo que quedaría rota la dualidad de ayudas desde dos posiciones ideológicas enfrentadas: la socialista y la capitalista. Los siete han declarado que respaldan en este sentido la actividad del Banco Mundial y la de los tres bancos regionales para el desarrollo en el sentido de que debe mantenerse la línea de concesión de créditos económicos al Tercer Mundo. Estas instituciones deberían estar presentes también con nuevos proyectos en régimen de cofinanciación junto con las empresas de los grandes países industriales. Un sector especialmente atractivo para éstos, respecto de las naciones ricas en materias primas es el energético.
Por parte de la República Federal de Alemania, país que se ha presentado como promotor de la cumbre de Bonn, se duda de que se ponga en marcha un nuevo criterio para la ayuda efectiva de los países pobres sobre una base no discriminatoria. En puertas la reunión de los grandes en Bonn, el ministro de Finanzas, Matthoefer, expresó sus dudas sobre la efectividad de una ayuda en capital y divisas destinada a potenciar directamente la capacidad de compra de los países pobres y a crear nuevos mercados a sus productos. Según el ministro, este criterio es válido también para un posible «Plan Marshall» orientado al Tercer Mundo y a los tres países candidatos a la incorporación.
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