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Primer fracaso del Gobierno italiano tras la elección presidencial

Juan Arias

Después de la satisfacción general por la elección de Sandro Pertini como presidente de la República vuelven a ponerse sobre el tapete todos los graves problemas económicos y de orden público que padece Italia. Pertini rechazó la dimisión «protocolaria» de Andreotti y de su Gobierno y le dijo que «se pusiese enseguida a trabajar». El primer acto no fue fácil ni positivo: después de nueve horas de verdadera batalla con las tres grandes centrales sindicales (CISL, CGIL, UIL), los planes presentados por el primer ministro fueron considerados «inaceptables». A pesar de todo, Andreotti declaró que seguirán adelante las conversaciones porque no desea llegar a una ruptura con los sindicatos en este momento tan difícil.

También el nuevo presidente se puso inmediatamente a trabajar sin concederse ni un día de descanso. Abandonó Roma durante un par de horas para ir a llevar un ramo de flores a la tumba de Aldo Moro. Hizo todo lo posible por ir sin la escolta, pero se lo impidieron los servicios de seguridad.Parece ser que el primer acto de Pertini como presidente será la promulgación de una amnistía y de un indulto. La «liga no violenta de detenidos», en una carta a Pertini, solicita una disposición inmediata. La carta recuerda que Pertini tuvo ocasión de «tocar con la mano y de conocer personalmente la marginación de las cárceles con su espiral irreversible de miedo y de angustia».

En realidad el proyecto está ya preparado desde febrero. Se están discutiendo sólo los márgenes. Parece ser que el Indulto afectará sólo a los condenados que no lleguen a tres años de pena. Uno de los motivos prácticos de este acto de clemencia es que las cárceles italianas están abarrotadas. Los detenidos son más de 33.000 y sólo hay sitio para 25.000 personas.

De este acto de clemencia serán excluidos todos los condenados por escándalos financieros, los delitos contra la Administración pública y todo lo que se refiere al terrorismo o secuestros de personas.

El motivo es bastante evidente, ya que existe un gran malestar en la opinión pública por lo que se refiere a los escándalos de estafa y de mala administración. Ayer mismo saltaron a las primeras páginas de los periódicos otros dos grandes escándalos: Raffaele Ursini, presidente de Liquigas fue arrestado con tres administradores de la Liquichimica. Han sido acusados de falsificación de balances y de estafa. Es un nuevo terremoto en el campo de la química. No es difícil que se trate de nuevo de miles de millones sustraídos a las empresas del Sur para enriquecer a los partidos.

También ayer en Roma la fiscalía de la República abrió una investigación colosal sobre el tráfico clandestino de llamadas telefónicas internacionales. Han sido incriminados 35 funcionarios de la sociedad Italcable, los cuales permitían hablar horas enteras gratuitamente, con todo el mundo, a industriales y profesionales a cambio de «propinas». Las pérdidas del Estado y de la Italcable se calculan en cinco mil millones de liras.

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