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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Liberalismo y liberación

El dominio absoluto de dictaduras totalitarias, durante décadas, en toda Europa, el despotismo oriental sobre las conciencias del fascismo ha despertado una reacción casi universal contra la autoridad y la jerarquía. De aquí el reverdecer de las añosas ideologías del liberalismo burgués y de la acracia pequeño-burguesa. El individuo es el eje del discurso filosófico y político. Las ideologías universalistas han caído en completo desuso. El verdadero poder reside en el Yo libre e independiente. Los guías espirituales a la moda son Nietzsche y Max Stirner. « Pero Yo, no soy un Yo junto a otros Yos, soy el solo Yo, soy único», dice con brutal sinceridad Max Stirner. Pero esta reacción romántica e individualista contra la autoridad exterior no es una solución. De aquí dimana el valor y la actualidad del libro de Larroque. No es una droga que nos ofrece ni un salto en el vacío, sino una revalorización racional del liberalismo clásico.Después de esbozar un panorama apocalíptico y dramático de la crisis de la civilización actual, que recuerda el Malraux último, analiza la degeneración del liberalismo tradicional y la crítica de la Nueva Izquierda y su fracaso. Al estudiar el proceso de transición de la dictadura franquista a la democracia llega a la conclusión de que es necesaria en esa fase una coexistencia de instituciones democráticas con fuerzas e intereses reales que imperaron en el sistema dictatorial». Solución, a nuestro entender, ambigua, que puede permitir el retorno, en cualquier momento, del autoritarismo. Llama la atención, en este libro, la aceptación y, digamos, la comprensión justificativa de las críticas de la izquierda al liberalismo tradicional, en proceso de disgregación. Por esta razón, el autor propone un esquema renovador del liberalismo moderno sobre la base de la libertad, del individuo como eje de la política, la división de poderes, la descentralización y en la organización social la igualdad, y el asociacionismo privado e incesante expansión. A este respecto cabe señalar que ha existido desde siempre una antinomia entre la libertad y la igualdad, entre el liberalismo y la democracia. Ya durante la Revolución Francesa salió a la luz como una oposición entre girondinos y jacobinos. Luego, Alexis de Tocqueville señaló concretamente que dos ríos opuestos corrían uno hacia la libertad, el otro hacia la igualdad. La sociedad liberal avanzada que nos propone Larroque tiene que luchar para salvaguardar la ya casi inexistente propiedad privada contra el poder omnímodo de los monopolios y oligopolios. Por esta razón, como sincero liberal romántico, asume las críticas de la nueva izquierda a la sociedad de consumo y al aparato de poder real que subyace bajo la máscara de la democracia. Y dice: «El liberalismo y el socialismo no podrían ya prescindir de cuestiones cuya candente importancia puso de relieve el potencial crítico de la nueva izquierda». «Los sectores más avanzados del liberalismo tienen a su cargo la revisión de conceptos que parecían inamovibles.» En su inteligente análisis de los fenómenos políticos modernos, el autor manifiesta una evidente simpatía por las distintas corrientes del individualismo anarquista, aunque nos sorprende que no cite a Max Stirner, cumbre metafísica del anarquismo liberal. Larroque define al proceso histórico como una lucha permanente entre la libertad y el absolutismo, conceptualización, a nuestro juicio, abstracta, pero que responde a la realidad evidente de la lucha de clases, que es siempre conflicto de ideas. En este capítulo acierta a diferenciar la libertad institucionalizada, concepto procedente de John Locke, con la liberación, fin último este al que tiende su liberalismo avanzado.

Liberalismo

Enrique Larroque. Edaf._ Universitaria. Madrid, 1978

Por último, elegimos la parte más discutible y medular del libro. El autor reconoce sinceramente que las libertades políticas son meramente verbales o formales cuando se establece una estructura oligárquica de poder económico. A este respecto resultan definitivos los análisis de Miliband sobre la estructura dictatorial de la democracia moderna occidental. Después de reconocer esta realidad, nos parece contradictoria su afirmación de que el liberalismo no es la ideología de la sociedad capitalista. Afirmación que desmienten historiadores, economistas y pensadores. Consciente de los peligros que el capitalismo acarrea a la democracia liberal, el autor nos propone una reforma del sistema que nos conduciría a la liberación social. Así sugiere una conciliación entre individualismo y organización, acrecentando y enriqueciendo las asociaciones libres, una difusión del poder concéntrico, como dice Foucault, la salvaguardia de la propiedad privada, la supresión de los monopolios. Solución esta última que nos parece utópica, pues hasta ahora ha sido Vana e inútil la lucha contra la concentración del poder económico, pero Larroque precisa que Estados Unidos, Alemania Federal y Francia se encaminan hacia una forma de democracia social y nueva mediante la limitación del poder del Estado, el reforzamiento de las fuerzas sociales sobre la base de impulsar las libertades y la iniciativa individual. Para Larroque ésta es la sociedad liberal avanzada. En suma, el fin del liberalismo avanzado consiste en la reforma del sistema capitalista para consolidar sus virtudes aún no plenamente desarrolladas. Por el contrario, el valor perenne del liberalismo, para nosotros, y su conquista definitiva radica en el alumbramiento de la libertad intelectual, que nos ha abierto el camino a la conquista de la verdad racional y científica, a la riqueza plural del pensamiento.

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