Un periodista incómodo para la alta burguesía
José María Portell -en diciembre hubiese cumplido 45 años, casado con Carmen Torres, también periodista, cinco hijos, el mayor de once años- fue durante muchos años la auténtica bestia negra para la extrema derecha y, más exactamente, para la gran burguesía reaccionaria de Vizcaya.Periodista por pocos meses en el vespertino bilbaíno Hierro, ingresó en La Gaceta del Norte hace diecisiete años. Su dedicación permanente al periodismo local -era redactor jefe de la sección- le llevó a tratar los temas más conflictivos, no en el campo político, sino en lo social. Los temas municipales, en toda su extensión, y los regionales provocaron durante mucho tiempo una actitud de alerta permanente frente a él por parte de los sectores dominantes en la administracion municipal y provincial de Bilbao. Hombre popular entre amplios sectores trabajadores, por su especial dedicación a algunos conflictos de resonancia nacional, como el de laminación de bandas, en los años sesenta, le habían enmarcado con una imagen controvertida, pero de auténtico prestigio como informador independiente.
Su dedicación al tema de ETA fue temprana, con muchas horas de atención y notables éxitos periodísticos. Los años 1970-75 marcaron el momento más importante de su conexión con estos asuntos y logró entonces ser uno de los pocos informadores con acceso relativamente fácil a fuentes seguras de los exiliados de la organización vasca. Incluso -él lo ha explicado en uno de sus libros: Euskadi: amnistía arrancada- participó por entonces como negociador en alguno de los secuestros que llevaron a cabo elementos de ETA. En 1976 negoció oficiosamente con hombres de ETA político-militar antes de la ruptura de la que nacieron los comandos especiales.
En enero de este año fue nombrado director de la Hoja del Lunes y dedicó al tema atención preferente, hasta el punto de que la directiva de la Asociación de la Prensa llegó a tratar de la excesiva atención informativa hacia ETA. En los últimos meses había evolucionado en sus planteamientos, pasando de actitudes asépticas hacia el fenómeno de ETA, a posiciones más críticas respecto a la ola de violencia desencadenados en el período democrático. Hombres de ETA, el primero de los libros dedicado a temas de la organización terrorista, no obtuvo autorización en 1974 para ser editado. La obra molestó seriamente en ambientes conservadores por entender que humanizaba y acercaba al pueblo el entorno familiar, social y sentimental de los hombres de ETA. En el último número de Hoja del Lunes se publicó una carta firmada por más de cuarenta universitarios e intelectuales vascos en la que se mantenía la inconveniencia y la imposibilidad de negociar con ETA.
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