Asesinado el director de "Hoja del Lunes" de Bilbao, José María Portell
José María Portéll, redactor-jefe de La Gaceta del Norte y director de la Hoja del Lunes de Bilbao, fue asesinado ayer por la mañana, en Portugalete (Vizcaya), por dos desconocidos que le dispararon varios tiros de pistola a bocajarro, cuando se disponía a arrancar su coche, aparcado frente a su casa. El suceso ocurrió a la nueve menos cuarto de la mañana, ante el portal número 58 de la calle Muelle de Churruca, domicilio del periodista.El señor Portell había salido de casa a la misma hora de todos los días camino del periódico La Gaceta del Norte. Tras cruzar la calle abrió la puerta del coche (un 124, blanco, matrícula BI-4276-K), que tenía aparcado en la acera de enfrente, encendió la radio y cuando se disponía a arrancar el vehículo, dos jóvenes se acercaron a paso rápido, situándose, al parecer, uno en la parte trasera y otro junto a la ventanilla del conductor. Sin mediar palabra ambos hicieron fuego de pistola sobre el periodista, corriendo a continuación hacia un coche con el motor en marcha, donde les esperaba una tercera persona. El vehículo, un Seat 127 de color rojo, con matrícula de Murcia, tomó la dirección de Santurce y en su fuga estuvo a punto de estrellarse en una curva muy pronunciada existente al final de la calle Muelle de Churruca.
La Guardia Civil encontró en el lugar del atentado siete casquillos de munición Parabellum 9 milímetros, marca Grecco. El coche del periodista presentaba dos impactos en la luneta posterior y un tercero en la puerta del maletero. La ventana del lado del conductor aparecía bajada, por lo que se supone que uno de los agresores introdujo por allí su arma para hacer algún disparo.
Asistido por dos testigos y un médico -que le acompañó en la ambulancia-, el herido fue trasladado a la residencia sanitaria de Cruces, de Bilbao, donde ingresó cadáver.
José María Portell presentaba tres heridas de bala, una con entrada por el omoplato izquierdo y salida por el abdomen, que le atravesó el corazón; una segunda, en la axila izquierda, y una tercera, en un glúteo. El cadáver del periodista fue trasladado a las doce menos cuarto del mediodía al depósito del hospital de Bilbao. El forense que acudió a la dependencia para tomar datos y dar parte al juzgado confirmó a EL PAÍS las características de las heridas. «El disparo que entró por el omoplato le rompió el corazón. Era una herida mortal.»
Versiones de los testigos
La rapidez con que se desarrolló el atentado hace difícil la reconstrucción de una versión completa de los hechos. A la hora que se produjeron los mismos había transeúntes en la calle y un buen número de jóvenes que se disponían a entrar en las piscinas municipales, situadas frente al domicilio del periodista. Algunos testigos afirman haber visto el coche presuntamente utilizado por los agresores aparcado junto a la casa del periodista desde la noche anterior. Las mismas personas señalan que vieron entonces merodeando por la zona a dos jóvenes vestidos con chandal deportivo de color rojo. Ambos portaban bolsas de deporte.
Este dato coincide con el testimonio de Francisco Carante, encargado de las piscinas municipales. El mismo declaró a EL PAÍS que cuando ayer entraba a trabajar, hacia las seis y media de la mañana, en el complejo deportivo, vio sentados en el cercano muelle de la ría del Nervión a dos jóvenes vestidos con chandal rojo. «No les di importancia porque a partir de esa hora son muchos los jóvenes que vienen a las instalaciones. Cuando oí los disparos, salí del edificio y pude ver cómo se alejaba a toda velocidad un coche rojo matrícula de Murcia.»
Ropa de "camuflaje" y pasamontañas
María Rosa, una joven nadadora de Portugalete, hacía ejercicios de footing con una compañera en las cercanías de las piscinas, minutos antes del suceso. «Yo recuerdo vagamente que vimos pasar a nuestro lado a un joven con pasamontañas -sólo se le veían los ojos- y una gabardina que le llegaba casi hasta los pies. Nos extrañó, pero seguimos. A los pocos segundos escuchamos unos disparos y nos volvimos hacia el lugar Vimos como el chico de la gabardina corría hacia un coche rojo en el que se escapó.»
Todo hace suponer, por las versiones de los testigos, que los agresores, vestidos con chandal, se confundieron entre los jóvenes que entraban y salían de las piscinas. Es muy posible que al ver salir al periodista de su portal sacaran de las bolsas de deporte que llevaban ropa de camuflaje y pasamontañas y se fueron hacia al coche con intención de matar al periodista.
La primera persona en acudir junto al vehículo del señor Portell fue el portero del número 56 de la calle Muelle de Churruca.
«El señor Portell tenía la cabeza apoyada contra el volante. La camisa estaba empapada de sangre y su cara tenía un color amarillento. "¡Señor Portell!" -le dije-. Se incorporó un poco y se dejó caer sobre el respaldo de su asiento. No hablaba, sólo alcanzó a murmurar algunas palabras que no entendí.»
Unos segundos más tarde llegaba Adrián Heredia, monitor de natación de las piscinas municipales, de profesión peluquero. El mismo relató sus impresiones.
«Estaba metido en la piscina con los críos. Oí tres o cuatro detonaciones y luego dos o tres más. Me extrañó el ruido y pensé que no eran cohetes, sino disparos. Oí gritos y, mientras me ponía los pantalones, salí corriendo hasta la puerta junto a la que estaba el coche del señor Portell. Don José María -que era amigo mío- estaba tirado sobre el asiento del acompañante del conductor, de espaldas. La radio estaba puesta y la apagué. Luego lo incorporé y le dejé apoyado sobre el respaldo de su asiento. Tenía el cuerpo empapado de sangre. Le tomé el pulso pero no tenía pulsaciones. Cuando sucedió el hecho estaban entrando en las piscinas un montón de chavales. Todos lo vieron.»
Su mujer escuchó los disparos
En el momento en que el periodista era sacado del coche llegó junto al mismo su mujer, Carmen Torres Ripa, periodista, produciéndose una escena de una emoción impresionante, observada desde el balcón de la casa por los hijos de la víctima. El matrimonio Portell tenía cinco hijos y su mujer espera otro. El próximo sábado partía la familia con destino a Huelva con el fin de pasar sus vacaciones de verano. «Mis hijos y yo escuchamos desde casa los disparos. Nos asomamos al balcón y supimos en seguida que era José Mari.»
A las once de la mañana los informadores se reunieron en el domicilio del periodista con la viuda, para darle el pésame. Acababa de llegar de la residencia de Cruces. Estaba profundamente afectada. El momento fue de gran emoción. Los compañeros de José María Portell, llorando, se abrazaron a Carmen Torres Ripa que, a su vez, abrazó y agradeció la visita uno por uno a los presentes. «Ha sido horrible. No nos lo esperábamos. Mi marido fue amenazado en el pasado pero últimamente, que yo sepa, no había recibido amenazas. No se quién le ha podido matar. Yo estaba tomando café con mis hijos cuando oí los disparos. Bajé a la calle y encontré a mi marido ya agonizante. No puedo creerlo.»
Cuando los informadores despedían a la viuda ésta resumía así el sentido último de esta profesión: «Los periodistas tienen derecho a vivir y morir tranquilos.»
La esposa de José María Portell contó a los informadores que su marido llegó el martes algo tarde a casa. Por la noche había tenido una reunión con otros compañeros de la Hoja del Lunes de Bilbao para la que preparaban un amplio trabajo sobre ETA. «Antes de despedirse de mi esta mañana me lo había contado todo.» Asimismo, se supo ayer que el periodista asesinado había acudido a una cena de trabajo organizada por Altos Hornos de Vizcaya en un hotel de Bilbao, lo que posiblemente retrasó en unas horas su muerte.
Un vecino informó a La Gaceta del Norte
A los pocos minutos de producirse el atentado se recibió una llamada en La Gaceta del Norte de Bilbao en la que una persona llegó a decir por teléfono «han matado a Portell» antes de que se cortara la comunicación. Tras los primeros minutos de confusión se pensó que se trataba de una llamada anónima reivindicando la muerte del periodista. Posteriormente, se confirmaría que fue un vecino, amigo del señor Portell, quien al ver a aquél malherido en el coche, llamó al citado periódico.
La noticia difundida a los pocos minutos por las agencias de noticias produjo una gran impresión en los medios informativos bilbaínos. En este ambiente se comentaba en la mañana de ayer que José María Portell había recibido en octubre una llamada anónima de alguien que no quiso identificarse, quien le comunicó que tenía noticias de que ETA pensaba atentar contra él. Al parecer, Portell aparecía en una lista de la organización. El periodista bilbaíno no pareció dar importancia al hecho entonces.
La capilla ardiente quedó instalada a las 6.30 de la tarde de ayer en la sede de la Asociación de la Prensa de Bilbao por deseo expreso de la familia. El funeral se celebrará mañana a las ocho de la noche en la iglesia de San José, de Baracaldo, de donde era natural el periodista.
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