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La Democracia Cristiana italiana busca un presidente por "consenso"

Juan Arias

Se esperaban ayer en Roma con mucho interés los resultados de la reunión de la dirección de la DC, pero los democristianos se mantuvieron en la misma línea de los comunistas: no dieron indicaciones nominales sobre su candidato. Sólo avanzaron una línea de principios que repite, casi literalmente, las declaraciones del secretario general del Partido Comunista, Enrico Berlinguer. Lo importante, según la DC, es que el nuevo presidente de la República «sea la expresión del mayor consenso político y que se trate de una persona que por sus cualidades morales, culturales y políticas pueda representar el ansia de unidad y de concordia nacional que es la característica de la suprema magistratura del Estado».

Polemizando con los socialistas, que han puesto el veto a la candidatura del secretario general democristiano, Benigno Zaccagnini, porque sólo aceptarán un candidato «laico», la DC declara que los democristianos no tienen prejuicios contra una candidatura «socialista», pero que consideran antihistóricos los prejuicios anticatólicos.EL PAIS fue informado ayer en ambientes muy cualificados de la Democracia Crisitna que el partido se orienta hacia la candidatura del secretario Zaccagnini, en el caso de que éste acepte. Piensan que puesto que Moro hubiese sido el candidato indiscutible, Zaccagnini, que es quien mejor recoge su herencla política y moral, debería sustituirle.

La DC está segura que se trata de una candidatura que el hombre de la calle aceptará sin discutirla, ya que en este momento, después de la renuncia «forzada» de Leone, considera que nadie mejor que Zaccagnini podría reemplazarle.

Los republicanos están de acuerdo con el PCI, y la DC en que no es correcto adelantar prejuicios, y que lo importante es encontrar la persona «justa». En su congreso, que acaba de clausurarse, mientras el líder carismático, Ugo la Malfa, se retira de la vida activa del partido, aunque permanece como presidente de honor, el PRI intenta abrir una nueva página de su historia: pretende un espacio propio, autónomo, con un programa de «laborismo a la inglesa», un partido «interclasista», fuera del área socialista, con su propia identidad.

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