Comienza la lucha en Italia por la sucesión de Leone
Toda la prensa italiana subrayaba ayer, que será necesariodar una prueba de madurez para curar la herida produciola a la democracia italiana y a la sensibilidad popular por la dimisión forzada del sexto presidente de la República, Giovanni Leone.
Sería una ofensa, comentan los diarios, que se repita el «triste juego» de la elección de Leone en 1971. En aquella oportunidad, Fanfani y De Martino eran candidatos. Al cabo de numerosas votaciones, ninguno de los dos consiguió el suficiente número de sufragios. Zaccagnini, que hubiese podido obtener la mayoría, declaró con firmeza que no aceptaba «tanta responsabilidad ».Esta vez, según escribía el diario La Repubblica, «sería grave si ante una prueba tan difícil para las instituciones, las fuerzas de la mayoría se dividiesen. Para poder continuar, la sucesión de Leone debe ser rápida y unánime».
Se piensa que el nuevo presidente tendrá que devolver la «virginidad» a la más alta institución de la República. Una tarea tan difícil sólo podrá llevarla a cabo un personaje que goce del apoyo y del consenso de todas las fuerzas políticas.
Desde el jueves, sin embargo, se advierte que esta unanimidad no será fácil de lograr. Los periódicos titulan a toda plana: «Zaccagnini, candidato número uno.» Existe la certeza de que en este momento, sólo él, después de la muerte de Moro, podría obtener una votación plebiscitaria, y sobre todo la simpatía unánime de la calle que lo considera el político «horirado», y el «rostro limpio» de la Democracia Cristiana.
Craxi y Lombardi piden un candidato «laico», que es como pedir un socialista, ya que La Malfa, el líder republicano, muy estimado por su honradez, es considerado demasiado viejo (74 años) y sobre todo demasiado impulsivo, aunque después de Zaccagnini es el que goza de mayor popularidad. Es, se dice, como un viejo profeta amargado que representa la conciencia, crítica del mundo político actual.
Craxi preferiría a De Martino, al cual el secuestro del hijo no le ayudó políticamente, a hombres como Paolo Rossi, presidente de la Corte Constitucional, o Antonio Giolitti, comisario italiano ante la CEE. Los socialistas saben muy bien que al Quirinale no llegará un hombre sobre el que no estén de acuerdo la DC y el PCI; pero es precisamente esto lo que temen.
Por su parte, la Democracia Cristiana aceptaría unánimemente la candidatura de Zaccagnini, pero existen dos preiblemas: el primero, es si él aceptani un puesto al cual ya ha renunciado dos veces. Y segundo, que podría ser peligroso quitarle a la Democracia Cristiana el hombre que ha ganado todas las batallas y que consigue mantener el partido fuerte.
Zaccagnini favorecería el ascenso comunista
Hay quien dice m aliciosain ente que a los comunistas interesa que Zaccagnini vaya al Quirinale para que la DC deje de crecer. Pero la verdad es que Zaccagnini, como presidente de la República, preparará, como lo hubiese hecho Moro, un paso no dramático de los comunistas al área del Gobierno.
Hace ya unos meses, el secretario de la DC dijo ante la televisión que si tuviese la certeza de que el PCI había aclarado, sin ningún género de dudas, sus relaciones con la Unión Soviética, no tendría ningún escrúpulo en darle su voto para que participaran directamente en la vida del Gobierao.
Hay, sin embargo, quien piensa que todo lo que está ocurriendo desde el asesifiato de Moro, es un diseño de color reaccionario. Eliminado Moro, eliminado el «semestre blanco», con un nuevo presidente de la República y un Gobierno que debe dimitir el mismo día que sea elegido el nuevo jefe del Estado, todas las cartas del juego están preparadas para tina crisis profunda que abra el camino a unas elecciortes anticipadas, que con mucha facilidad podrían obligar a los comunistas a volver a la oposición.
Esta es una posibilidad que hace temblar incluso a un liberal como Giovanni Agnelli, quien declaró el miércoles que «los comunistas en la oposición, en la Italia de hoy sería una locura».
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