"La lucha de clases no puede hacer olvidar la lucha de la mujer"
«El movimiento Cholsir se creó en junio de 1971, a raíz del manifiesto de 343 mujeres que declararon haber abortado. Yo era una de ellas. Otras mujeres que también habían firmado, pero que no eran famosas, temieron que la justicia les denunciase. Esta asociación se creó para poder defender a esas mujeres, para defender gratuitamente a las mujeres encarceladas, defender el aborto y la contracepción. Después de haberse votado la ley de S. Veil sobre el aborto, ampliamos nuestros objetivos, llegando a ser un movimiento feminista en el sentido global de la palabra, es decir, oponiéndonos a todo lo que discrimina a la mujer, en todos los campos y clases sociales. Cholsir (L) elegir significaba, en aquel momento, tener libertad y responsabilidad para poder elegir el dar o no la vida, y elegir en base a una libertad que es lo que más necesitan las mujeres.Llevamos nuestras luchas en todos los frentes desde hace años: aborto, contracepción, discriminación en el empleo, lanzamos pleitos, y pensamos que las elecciones es otro terreno importante de lucha, sin que sea el privilegiado.»
P. En un momento en que se observa cierta descomposición de los grupos feministas franceses, ¿cómo se explica el éxito de Cholsir?
R. Creo que se debe a varios factores. En primer lugar no somos generalmente intelectuales, hay una minoría, menos del 30%. Más del 80% no ha pertenecido nunca a una organización, partido o sindicato antes de adherirse a Cholsir. Luego, y creo que es Importante, vamos a hechos concretos utilizando un lenguaje cotidiano. Las mujeres se reconocen en el libro-programa que hemos publicado, porque refleja la vida de cada una. A partir de un balance. vivido hemos querido provocar una reflexión proponiendo también medidas que sé puedan tomar inmediatamente para contrarrestar el retraso de las mujeres.
P. Al proponer candidaturas de mujeres sin etiqueta política determinada, se puede interpretar que niegan las diferencias de clases.
R. Los ideólogos masculinos, los que han hablado en nombre de Marx y Engels, han presentado a la sociedad dividida en clases y han dicho que esta división es el motor de la historia. Pero se han olvidado de decir que hay, dentro de cada clase, contradicciones internas que se traducen por una discriminación específica de la mujer en relación al hombre, por el hecho de ser mujer. Marx dice que la burguesa es un instrumento de representación del marido; por tanto, cuando nos llevan a hablar de la lucha de clases es para borrar la de las mujeres. No veo qué tiene que ver la violación o la sexualidad con la lucha de clases. Se denuncian los gulags como una perversión del socialismo, pero no se dice que la mitad de la humanidad, en todas sus marchas hacia el socialismo, ha sido constantemente excluida de la marcha revolucionaria a nivel de las decisiones. Los partidos políticos en Francia, y los socialismos que se han hecho o se han querido hacer, van por el mismo camino. Dicen: «dejadnos a los hombres hacer el socialismo y os daremos lo que necesitáis». No ha ocurrido así, pero pensando incluso que fuese verdad, yo diría que es un socialismo pervertido, porque el socialismo sólo tiene sentido si nace de un mismo recipiente que contiene los valores de hombres y mujeres.
P. Los partidos justifican la ausencia de las mujeres en los puestos de decisión argumentando que pocas de ellas están preparadas.
R. Me dan ganas de preguntar quién tiene la culpa de esto. Al hombre militante, sea de izquierda o de extrema izquierda, siempre le ha parecido normal ir a sus reuniones mientras la mujer cuidaba de los niños. Pero además nuestra experiencia muestra que esta argumentación es falsa. Nosotras presentamos a cien mujeres independientes de los partidos y con más medios hubiéramos podido presentar a cuatrocientas; por tanto, estas candidaturas son una negación de lo que afirman los partidos. Ocurre simplemente que las mujeres están preparadas para hablar de su vida y dispuestas a ello, pero no valen según los esquemas masculinos de los partidos.
P. Resulta sorprendente que las candidatas no estén políticamente definidas.
R. Nosotras planteamos un cambio global de sociedad y esta es la razón por la cual somos un problema para los partidos, porque no se trata de pequeñas reformas. El aborto es el derecho al placer, lleva consigo el cambiar las relaciones con los hombres, el derecho a hacer una carrera sin incidentes. La liberación de la mujer es la del hombre.
Se nos quiere empujar a decir si somos de derechas o de izquierdas, pero somos nosotras quienes preguntamos. Planteemos nuestras preguntas a los partidos, sean de derechas o de izquierdas. Hay que crear un Ministerio de las Mujeres, hay que adoptar medidas, dar presupuestos, cambiar las prioridades.... ¿quién lo quiere hacer? ¿La izquierda, la derecha o el centro?
No somos apolíticas sino independientes de los partidos políticos. Hacemos la verdadera política, al contrario de los hombres que son políticos, que recogen ahora nuestros planteamientos cuando no se movieron en la baltalla por el aborto.
La mayoría puede recuperar algunas medidas, porque algunas no cuestan dinero. Por ejemplo, las medidas respecto a las amas de casa, que no existen sino a través del marido. No tienen ningún derecho a nada, salvo al seguro de enfermedad durante un año si el marido desaparece, se muere, o se divorcia. Dar a estas mujeres derechos propios, una jubilación, no cuesta mucho.
P. Proponen ustedes también una ley de censura. Parece represivo.
R. Proponemos una ley que se nos ha reprochado, la ley que protege la dignidad de las mujeres. Nos dicen, efectivamente, que es la censura. Pero no he hecho más que copiar la ley contra el racismo cambiando raza por sexo. En Francia nadie tiene derecho a ser racista. Se admite esta ley, ¿por qué no la otra?
P. Volviendo a la posibilidad de poner en práctica las reformas que proponen, algunos dicen que hay que empezar por cambiar la estructura económica, y que lo demás cambiará.
R. Es una postura cómoda porque nadie sabe dónde se sitúa esto. Nosotras tomamos medidas: por ejemplo, en la educación. Hay que cambiar a la vez la economía y las mentalidades. Con este programa hemos provocado un cambio de mentalidad porque hemos pasado de ser electoras a ser candidatas. Ya no nos pueden decir que tenemos miedo a hablar en público, a presentarnos, y tampoco lo hemos hecho para conseguir escaños, porque para ocho o diez mujeres candidatas hubiéramos conseguido con toda seguridad un escaño presentándonos con la etiqueta de un partido. Ellos nos hubieran dado las mejores circunscripciones justamente para que ganásemos dando una imagen positiva de los partidos, Además no empleamos la misma palabra: hablan las mujeres, es una palabra de mujer.
P. ¿Qué tipo de mujeres fueron candidatas?
R. Contrariamente a lo que se piensa, muy pocas profesiones liberales. Hubo amas de casa, mujeres en paro, vendedoras, enseñantes, asistentes sociales. Teníamos 208 hijos entre las cien candidatas, una edad media de 39-40 años. Hubo también médicas, artistas. Las mujeres se presentaban donde querían.
P. Muchas feministas rechazan el tomar parte del mundo de los hombres porque temen asimilarse a los hombres, a sus valores que por otra parte rechazan. Tampoco piensan que la mejor forma de cambiar las mentalidades sea la ley, sino que ésta debe de reflejar el cambio de mentalidad.
R. Creo que es una pregunta importante. Nosotras, sin embargo, no nos hemos ceñido nunca a una única lucha. Hemos ocupado casas, nos hemos manifestado en las calles, nuestra lucha no se limita al campo parlamentario y tampoco lo privilegia. Es un frente más.
En cuanto a la ley, existe y la sufrimos. Con este razonamiento no habría que haber luchado contra la ley del Aborto. Pero muchas mujeres morían a causa de esta ley. Para cambiar una ley hace falta otra. Está claro que si consideramos que el poder está en la punta del fusil, pues ya no hay que hablar más. Pero, en nuestro contexto, los hombres hacen leyes que padecen las mujeres. Y cambiarlas significa cambiar las condiciones concretas de las mujeres. Hay una dialéctica evidente ley / costumbres. Un ejemplo concreto: el descanso parental remunerado durante siete meses, que proponemos. Pretende que si un hombre ve nacer a su hijo, lo cuida durante siete meses, le da el biberón, le ve llorar, vive el despertar de un ser humano, y eso cambia los valores y las mentalidades. Este hombre no tendrá miedo a ser tierno, porque la ternura será uno de los valores de la relación con el niño.
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