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García Valdés: "La convivencia en la cárcel se ha hecho imposible"

Durante la madrugada de ayer fue asesinado el joven recluso Lucas Gómez Cañaveral, que estaba en prisión preventiva en el centro penitenciario de Carabanchel. Al parecer, en las primeras horas de la mañana, recibió mientras dormía una sola puñalada que le alcanzó en pleno corazón causándole la muerte. Su cuerpo fue arrastrado por otros presos hasta la puerta de la séptima galería, donde fue abandonado, en el suelo, hasta ser recogido. En el Hospital Penitenciario ingresó ya cadáver.Lucas Gómez Cañaveral contaba dieciocho años y sufría prisión preventiva desde hace algunos meses, por asuntos relacionados con un robo. Permanecía, junto con otros 413 reclusos, en la séptima galería de Carabanchel. La prensa, durante la mañana de ayer, tuvo acceso a todas las dependencias de la prisión madrileña, acompañada por altos funcionarios de la prisión.

Se da la circunstancia de que ayer mismo comenzó a llevarse a cabo la presencia de fuerzas antidisturbios en el interior de la prisión por mandato expreso de la Dirección General de Prisiones, que luego explicaría su titular, en rueda de prensa celebrada ayer por la tarde, como una necesidad excepcional dado el clima de imposibilidad de convivencia a que se ha llegado en las dos grandes cárceles de Barcelona y Madrid. Dijo, no obstante, que, hasta el momento, no se sabe que exista ninguna relación entre el asesinato del joven recluso y el cacheo que los funcionarios realizaron ayer, apoyados por la fuerza pública. De dicho cacheo salieron -y estuvieron a la vista de los periodistas- numerosos cuchillos, pinchos y otras armas blancas, así como jeringuillas, supuestamente utilizadas para la inyección de drogas duras, y pipas de kiff de fabricación casera, así como varios narguile (pipas de agua) de fabricación igualmente utilitaria, imaginativa y casera.

Quedó también evidente que la situación material de la cárcel es de inhabitabilidad casi total -una galería cerrada por el destrozo y el resto en situación muy precaria por incendios y motines-, no se han hecho reformas desde julio y las que se empiezan son de nuevo destrozadas, los presos están hacinados muy por encima de la capacidad del local y los funcionarios están desbordados por la relación numérica fuera de toda racionalidad.

Declaraciones del director general

«He agotado la última paciencia, pero no la capacidad de diálogo», dijo ayer Carlos García Valdés a la prensa, que convocó para explicar las recientes medidas disciplinarias. «La convivencia en la cárcel se ha hecho imposible. Unos pocos presos -puedo asegurarles que son poco más de un centenar- a los que no interesa la reforma penitenciaria, y con quienes, sin dejar de intentar ni un momento el diálogo, vamos a exigir una convivencia todo lo normal posible en el interior de las prisiones.» El director general explicó que las medidas de cogestión y los permisos de salida, han dado un perfecto resultado en las cárceles de toda España, salvo dificultades en las macrocárceles de Madrid y Barcelona. Que la presencia de la fuerza pública en Carabanchel puede considerarse una excepción que garantiza la integridad física de los funcionarios y de los propios presos, pero que el gobierno de las cárceles no va a estar en manos de las fuerzas gubernativas; que la reforma penitenciaria va a seguir adelante, pese a quien pese, y aseguró que cuenta con el apoyo del Gobierno, y en particular del Ministerio de Justicia, para seguir adelante.

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