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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los diarios de Anaïs Nin

Hija del compositor y pianista español Joaquín Nin y de una danesa cuyo padre había sido cónsul en Cuba, Anaïs Nin nace en París en la primera década del siglo. Durante sus primeros años se dedica a acompañar a su padre en las triunfales giras que hace por Europa. Sucesivamente vive en París y Bruselas, para terminar en España con la familia de su padre. Cuando tiene once años su padre les abandona atraído por el amor de Maruca, una joven alumna suya. La madre se va a vivir a Nueva York con todos sus hijos para librarles de la influencia del padre.A bordo del barco que la conduce a Estados Unidos, a los once años Anaïs Nin comienza a escribir su famoso diario. «El diario empezó como diario de viaje, en el cual se consignaba todo para que pudiera ser leído por mi padre. Lo escribí para él y tenía la intención de enviárselo. En realidad era una carta para que pudiera seguir nuestros pasos en tierras extrañas, para que supiese de nosotros. También sería una isla en la cual refugiarme cuando estuviese en país extranjero, y en él podía escribir en francés, pensar mis pensamientos, aferrarme a mi alma, a mí misma.» Desde este momento siempre lleva el diario consigo, para poder escribir en cualquier sitio. A lo largo de los años se convierte en una especie de caparazón, en un arma de defensa, en una droga. Llega a escribir 150 volúmenes, con un total de más de 15.000 páginas mecanografiadas.

Diario 1931-1934

Anaïs Nin. Editorial R. M. Barcelona.

El libro que acaba de publicarse en castellano comienza en 1931, cuando Anaïs Nin ha vuelto de Estados Unidos, ha abandonado su trabajo de modelo y de bailarina de ballet español, se ha instalado en Louvecielles, un pueblecito cercano a París, y ha publicado su primera obra, un ensayo sobre D. H. Lawrence; y termina en 1934, cuando, después de dar a luz una niña muerta, abandona París para volver a Nueva York. Consta de la mitad de los diez volúmenes manuscritos, que van del treinta al cuarenta, que cubren este período. Han desaparecido personajes importantes, como su marido y varios familiares, al tiempo que se han omitido los nombres de algunos personajes secundarios, porque Anaïs Nin prefirió eliminar aquello que los interesados no querían que se dijese antes de introducir cualquier cambio.

En él cuenta sus complejas relaciones con el escritor norteamericano Henry Miller, y su segunda mujer, June, con el actor y dramaturgo francés Antonin Artaud y con el psicoanalista vienés, secretario y discípulo de Sigmund Freud durante veinte años, Otto Rank. Su atracción por estos seres aparece descrita bajo la sensación de abandono nacida en ella cuando su padre y su lujoso mundo francés son sustituidos por la penuria del mundo norteamericano de su madre, a través de sus constantes intentos por tratar de hacer de ellos unos sustitutivos de su padre y en función de la admiración y los celos que produce en ellos la existencia del diario.

El interés del volumen reside en que, de forma confusa y desordenada, pero natural, va describiendo cómo una mujer fuera de lo normal, a través de la literatura, de su trato con estos personajes excepcionales de la influencia de Marcel Proust y D. H. Lawrence, de su interés por el psicoanálisis, de la ininterrumpida redacción de su diario y de sus narraciones, Invierno de artificio y La casa del incesto (Galba Ediciones), y de sus psicoanálisis, va descubriendo la complejidad de la relación con su padre -«Toda mi vida me formé en no ser mi padre»-, Ia función del diario en su vida -«Querido diario, compadéceme, pero escúchame»-, se va descubriendo a sí misma.

Lejos del estilo sencillo, mezcla de humor, falta de trascendencia y habilidad erótica, que caracteriza los relatos que integran Delta de venus (Editorial Bruguera), el volumen recientemente publicado en castellano donde se recogen las narraciones eróticas que Anaïs Nin escribió a un dólar la página a principios de los años cuarenta para un desconocido coleccionista que le animaba a escribir diciéndola: «Concéntrese en el sexo. Déjese de poesía. » Aquí con un estilo poco cuidado, que nada ha ganado en una tosca y apresurada traducción, se alcanza un tono seco, a veces desgarrado e incluso dramático, a través del cual se va percibiendo el desmesurado esfuerzo que Anaïs Nin, una mujer extraordinaria, hace para llegar a conocerse a sí misma, para desarrollar su actividad en la dirección que le interesa.

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