Resurgir de la identidad balear
Diputado de UCD, presidente de la Asamblea de Parlamentarios de Baleares
Nuestro pueblo no es amigo de grandes manifestaciones de alegría ni de la exteriorización de sus sentimientos, pero en estos momentos creo que todos somos conscientes de que algo muy importante, histórico, ha sucedido. Y no porque se haya aprobado un determinado real decreto que consagra un régimen preautonómico para Baleares, sino porque ahora sí sabemos con certeza que se ha iniciado un camino, de una forma irreversible, hacia la autonomía, hacia un sistema de autogobierno de las islas.
Sería incierto decir que el tan esperado decreto se ha conseguido sin tensiones. No, no ha surgido por generación espontánea. Pero también seria negar la realidad si no destacásemos el hecho de que las Baleares, su pueblo y sus líderes políticos de todas las tendencias han sabido demostrar una vez más sus atávicas virtudes de moderación y de capacidad de pacto. En patente que la mejor forma de limar artificiales divisiones, destruir recelos y armonizar intereses es el diálogo claro en un régimen de libertades. Las seculares incomprensiones entre las islas menores y la mayor fueron, precisamente, incubadas en el caldo de cultivo del centralismo uniformista. Todo ello llevó a que se depreciara lamentablemente el término balear, que ha sido una pura etiqueta administrativa. En las islas, hasta ahora, nadie se autocalifica de balear, mientras que en otras regiones y nacionalidades se califican, con legítimo orgullo, de catalanes, canarios o gallegos. Aquí hemos sido mallorquines, menorquines, ibicencos o formenterenses.
Pero debiera ser ya agua pasada. La característica más relevante de nuestra preautonomía es su carácter integrador, el respeto y el peso específico que tendrán, dentro de los órganos preautonómicos, las islas menores.
Otra característica diferenciada es el hecho de que los miembros de esta nueva estructura serán, en su totalidad, elegidos por el voto directo y secreto de todo el pueblo en las próximas elecciones locales. Este ha sido un avance importante en la democratización de nuestras estructuras, aun en la etapa preautonómica previa al estatuto de autonomía, fin y meta de todo el proceso.
En el momento actual y en el inicio de la etapa preautonómica, la nota sobresaliente es la esperanza. La esperanza en que, todos juntos, al unísono y sin marginaciones, consigamos este futuro en el que la integración de voluntades y necesidades, de medios y de fines, nos haga vivir más solidarios en cada isla y en su conjunto, en una etapa nueva, en donde podamos lograr niveles de bienestar como fruto de la participación colectiva. Estas son nuestras mayores expectativas en este momento ilusionado y lleno de responsabilidades.
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